REGLA 34: EL MÉDICO SOLO PUEDE AYUDAR CUANDO EL DOLOR ES FÍSICO...

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- No te perdonaré esta, enana. - Dijo mientras se retorcía en el suelo en posición fetal.

      Hace ya 3 horas que llegamos a este lugar, pero se siente como si apenas hubiesen transcurrido unos pocos minutos. Realmente fue una buena idea el venir aquí.

      Llegué al centro comercial a las 8:10 de la mañana pero ya estaba lleno de gente, se nota que es la temporada vacacional. Me apresuré para subir al último piso y encontrarme a un grupo de personas haciendo fila.

- El autobús está por llegar. - Una mujer bastante joven se acercó con paso decidido hacia nosotros. Traía puesto un uniforme militar, pero su cabello café caía sobre sus hombros, era una perfecta mezcla entre linda y peligrosa. - Aunque antes me gustaría revelar al ganador del sorteo.

      La chica se acercó hasta la caja de cristal al fondo del lugar, para luego meter su mano dentro y revolver las tarjetas color naranja. Las personas presentes no paraban de hacer comentarios y yo solo rogaba por que mi acompañante no me dejara tirada, conociéndolo, cualquier cosa es posible.

- En todo caso de que el ganador no esté presente, se esperarán 3 días para que este reclame el premio. - Y sin más, sacó uno de los rectángulos que se encontraban dentro de la caja. Miré mi reloj y me di cuenta de que solo faltaban 10 minutos para la hora acordada. Probablemente se quedó dormido. - Y el ganador es... número 3-1-1-6. Repito 3-1-1-6.

      Se escucharon algunos abucheos y gritos, pero la persona afortunada no se acercó a recibir el premio.

      Una melodía conocida comenzó a sonar y yo me desesperé intentando localizar mi teléfono dentro del bolso, una de las razones por las cuales lo dejo en el bolsillo de mi pantalón, pero específicamente, este que llevo puesto, no tiene.

- Yo soy el ganador. Mi entrada tiene el mismo número. - Había encontrado mi teléfono luego de que ya había parado de sonar, pero lo dejé caer nuevamente dentro del enorme morral cuando escuché esa voz ronca.

      Me giré esperanzada y solo pude notar a un acumulo de gente formando un circulo. ¿De qué me perdí? Aún así me dirigí hacia ellos para intentar enterarme de que se trataba, pero ni siquiera poniéndome de puntillas alcanzaba a ver. Ni siquiera el básquet pudo ayudarme a crecer más de 1.47.


      Esta vez decidí probar con otra maniobra. Me escabullí entre la multitud hasta quedar al frente, desde done ahora si podía observar con claridad la escena.

      Me quedé totalmente anonadada, y no precisamente por el premio que estaba recibiendo el ganador, sino por la persona. Llevaba un jean de color negro algo ajustado, unas converse estilo botas de color blanco y un suéter del mismo color con una frase en inglés. Sus ojos estaban cubiertos por lentes de sol y su cabello rubio estaba seductoramente despeinado. Comienzo a creer que este hombre solo tiene suéteres en su guardarropa, pero no lo juzgo, es de mañana y hace algo de frío.

      Luego de algunas fotos, el chico caminó hacia algún lado donde posicionó la caja, para luego rebuscar dentro de sus bolsillos. Las personas comenzaron a dispersarse, pero la mujer militar les indicó reunirse nuevamente en una columna. La melodía comenzó a sonar nuevamente y yo busqué automáticamente a Alek con la mirada, el cual, sostenía el teléfono sobre su oreja. Decidí caminar hasta él, ya que tardaría menos de lo que lo haría si abría de nuevo lo que yo llamo bolso.

- Joven, no puede colocar esa caja en el suelo. - Intenté hablar con una voz gruesa y pude notar que de cierto modo funcionó, ya que mi chico se sorprendió antes de girarse y regalarme esa hermosa sonrisa. Espera. ¿Le dije MI chico?

CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora