REGLA 65: LAS LIMITACIONES LAS ELIGES TÚ.

241 9 0
                                    

Sábado. 9 días restantes para el examen de pediatría.

      El apellido Harrison lleva una gran carga psicológica consigo, y no me refiero al libro Harrison, Principios de la Medicina Interna que utilizamos para estudiar, sino específicamente a mi familia, la firma de abogados Hsson Company, la cual lleva 73 años en funcionamiento, siendo heredada de generación en generación por un varón Harrison.

      Mi padre, actual presidente de la compañía, se graduó con honores de la universidad más emblemática del país, y dos días después de ello, se hizo cargo de la popular demanda a un reconocido canal de televisión. Por otro lado, la fama de mi madre biológica, se extendió a nivel mundial luego de ganar un caso de corrupción política, logrando que apresaran a un alcalde y a 47 de sus subordinados. El día de su muerte, miles de personas se presentaron en su funeral a expresar sus condolencias, sin mencionar la gran cantidad de mensajes televisivos lamentando su pérdida.

      En conclusión, nací de abogados y me crié rodeado de ellos, sin embargo, decidí ser médico. ¿La razón? Debo admitir que en parte fue rebeldía, aunque en ello también influyó que mis únicos amigos tenían como meta el Colegio Geist; sin embargo, el detonante para mi decisión fue un chico delgado, tal vez 10 o 12 centímetros por encima de mi estatura, cuyos ojos color oliva me siguen pareciendo unos de los más hermosos, siendo solo superados por la heterocromía parcial bilateral de Aleksandr Field, y aunque debo admitir que no estoy orgulloso de que "él" fuera mi motivo, actualmente me alegro de haber tomado esta decisión, pues me fui enamorando de la medicina al mismo tiempo que me enamoré de Matías Shewder. Lo se. Es un idiota, egoísta y masoquista que solo se acuesta conmigo por interés, pero se me hace imposible separarme de él.

- Por una vez en tu vida ¿Puedes no fumar mientras seguimos en la cama? – Más que una pregunta, fue una orden, pues me arrebató el cigarrillo de la mano antes de que lograra encenderlo, y lo dejó sobre la mesita de su lado. Suspiré.

- Siempre lo he hecho, no entiendo por qué te molesta ahora. – Contesté dejando de lado el tono agradable, para expresar mi mal humor. Al mismo tiempo, apartaba las sábanas blancas para salir de esta conocida cama que nunca me había parecido tan incómoda como hoy.

- No me molesta el olor. Lo que no me gusta es que pareciera que disfrutas más fumar, que hacerlo conmigo. – Hizo el intento de halarme de la camisa que recién terminaba de abotonarme, sin embargo, me levanté rápidamente antes de que pudiera retenerme.

- Sabes que eso no es cierto. – Intenté aclarar con determinación, pero mi tono de voz, resultó mucho más calmado de lo que pretendía.

- ¡Vamos Jakal! – Exclamó con ironía. – Ni siquiera terminaste. ¡Parecía que el único disfrutándolo era yo! – Más que molesto, se notaba herido, como decepcionado. – Comienzo a pensar que te excita más una mujer de lo que lo hago yo.

      Abrí la boca para contestar, pero decidí no hacerlo. De cierto modo tenía un poco de razón, y no precisamente porque prefiera una mujer, sino que no lo disfruté en lo absoluto. Estuve todo el tiempo pensando en Kris y el abrazo frente al ascensor, en el mensaje que llegó después informando el paro cardiorespiratorio de su hermano, y en sus ojos llorosos por la impotencia de estudiar medicina y aún así, no poder hacer nada por él.

- No estoy de humor para esto, Matías. – Dije cuando terminé de colocarme los zapatos, luego de un largo e intenso silencio.

- Últimamente solo estás de humor para hablar sobre el caso de tu amiguito. – Reprochó con desprecio haciendo énfasis en la última palabra, a lo que yo contesté poniendo los ojos en blanco.

CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora