REGLA 58: NO ESTUDIES MEDICINA SI TU OBJETIIVO ES EL DINERO.

256 14 0
                                    

Sábado. 16 días restantes para el examen de pediatría.

- Eras virgen, ¿cierto?

- ¿Qué? – Pregunté notablemente confundida. ¿A qué se debe la pregunta?

- Ese día, en la piscina del colegio. Eras virgen. – Repitió, ahora más calmado, mientras cerraba la puerta de cristal tras él.

- Pues... relativamente, todo depende de tu concepto de virginidad. Si te refieres a la ruptura del himen o...

- Me refiero. – Interrumpió adoptando el tono agresivo con el que habló en un principio. – A que un pene erecto nunca había atravesado tu abertura vaginal externa. – Me miró expectante y yo solo pude desviar la mirada.

- Muy explícito, supongo que son las consecuencias de estudiar medicina. – Enfoqué mi mirada en él, pero no parecía hacerle gracia. El dragón está serio, tanto, que asusta. – Tienes razón. – Me limité a contestar.

- ¿Por qué no me lo dijiste? – Dio algunos pasos hasta acercarse al balcón.

- ¿Por qué quieres saber eso ahora? – Yo preferí quedarme donde estaba; allí, de pie y cerca de la puerta.

- Ese día... - Hizo una pausa para tomar aire por la nariz con fuerza, absorbiendo una buena cantidad de moco en el acto. - ... yo pensé que Hamlet...

- ¿Habría cambiado algo si lo supieras? – Contesté luego de meditar un poco la respuesta, pues me sorprendió que dijera bien el nombre del chico. – No te imagino decorando una habitación con flores y velas para decir cursilerías mientras me penetras con la excusa de que "hacemos el amor".

- Ese no es el punto. – Suspiró varias veces antes de formular respuesta.

- ¿Entonces cuál es? – Dije sin intentar reprimir el enojo que se estaba apoderando de mí.

- Estuve todo este tiempo pensando que el maldito Hamlet y tú... - No le permití continuar.

- Entiendo. Toda esta escena de telenovela barata, se debe a él. – No se si estoy intentando aparentar calma por el lugar en el que nos encontramos, o si simplemente he llegado a tal punto en el que la ira me otorgó sabiduría. – Te duele enterarte que tu pene no es el único en este planeta.

- ¡Yue basta! – Giró la cabeza para verme a los ojos. Su nariz y orejas están completamente rojas, intuyo que debido al frío. – No me molesta lo que hagas o dejes de hacer con tu cuerpo, lo que no me gusta es que no me lo digas. ¿Dónde quedó nuestra confianza?

- Se quedó en el aeropuerto el día que te fuiste a Rusia. – Cerré los ojos intentando no recordar nada capaz de hacerme derramar lágrimas.

- Que lástima. – Sentí sus pisadas acercándose a mí. – Fui ingenuo al pensar todo este tiempo que confiábamos el uno en el otro.

- Claro. Según tú, debería confiar en el sujeto que se pierde dos años, no da señales de vida, y cuando llega, me dice que tuvo sexo con medio internado. - ¿Qué estoy haciendo? Recuerdo que me prometí a mi misma no hablar sobre esto. Entonces... ¿por qué? ¿Por qué siento ganas de llorar?

- Punto a mi favor. Por lo menos yo fui completamente sincero. – Escuché su voz quebrarse, obligándome a abrir los ojos, sin embargo, eél no parecía estar a punto de derramar alguna lágrima; a diferencia de mí.

- Ya veo. Para ti la confianza es hacer lo que quieres, confesarte, esperar que lo acepte y luego repetir el ciclo. Creo que malentendiste algo Aleksandr Field. – Se me hace imposible controlar los temblores de mis manos, y mucho menos los de mis piernas, por lo que temo que en algún momento no seré capaz de mantenerme en pie sobre estos zapatos tan altos.

CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora