REGLA 51: QUE NUNCA TE ASUSTE ADMITIR TU IGNORANCIA.

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      Caminé con rapidez hasta la sala de espera del área de atención primaria, aunque mi verdadero destino era pediatría, solo que fui interrumpido por la sonrisa cariñosa de una mujer.

- Doctor, hace tiempo que no lo veía. - Sus cálidas palabras y su actitud positiva ante la vida, a pesar de su avanzada edad, no solo me alegraban el día, sino que también me confirmaban la razón por la que escogí estudiar medicina.

- Estuve en otro lugar señora Amanda. ¿Me extrañó? - Tomé el brazalete del esfigmomanómetro y se lo coloque en el brazo. Desde primer año no medía la tensión arterial.

- Pregunté mucho por usted, doctor. - Reí ante su insistencia en llamarme por el título que aún no tengo, antes de tomar mi estetoscopio blanco.

- Doctor Field. - Una mujer bajita y de cabello corto se acercó a mí, bastante inquieta.

- Conozco a dos doctores Field, y yo no soy uno de ellos. - Comencé a insuflar para luego soltar el aire despacio.

- Yo debería hacer eso, no se moleste. - La ignoré y continué con lo que hacía.

- Está perfecta como siempre. - Le di un beso en la mejilla. - Además de hermosa. - La mujer sonrió antes de retirarse a paso lento del lugar. - No me molesta. - Me dirigí hacia la chica y luego bajé la mirada a las letras de su uniforme. - Jane Ruiz de primer año. - Le guiñe un ojo y continué con mi camino.

      Aunque fui detenido dos veces por un par de enfermeras, logré llegar a pediatría, donde se suponía que tenía mi práctica de hoy.

- Aleksandr. - Giré para encontrar a Hera. La chica está muy buena pero es bastante impertinente.

- ¿Pasa algo? - Intenté sonar comprensivo, pero a lo lejos, vi a Yue entrando al salón donde realizamos las suturas. No pude evitar fijarme en el sujeto que la seguía y su actitud sospechosa. Parece un adolescente, pero aún así, no pienso que tenga buenas intenciones.

- El paciente de la 022 vino de nuevo. No podemos inyectarle la dextrosa. - Se acercó bastante a mí, pero no estaba de humor como para aguantar su pesadez.

- El "paciente de la 022" es una persona, y su nombre es Mateo, un niño que apenas cumplió 7 años, así que trátalo como tal. - Caminé hacia el lugar donde sabía que estaba.

      Pálido, decaído y con ese sudor pegajoso característico de la hipoglicemia. Me duele saber que alguien tan pequeño está sufriendo tanto.

      Tomé la pequeña aguja del scal pediátrico que la enfermera sostenía y me senté en la camilla.

- Oye campeón, tienes que ponerte el súper traje porque hay una damisela en peligro que tenemos que salvar. - Con la otra mano sostuve sus dedos y me miró enseguida. A este chico es bastante difícil conseguirle la vía, y si está nervioso la tarea se hace mucho más difícil.

      Afortunadamente, se ha encariñado conmigo, y cuando estoy cerca, deja de temerle a los hospitales, por lo que con un poco de esfuerzo puedo encontrar una vena lo suficientemente buena como para pasarle el medicamento, y esta vez no fue la excepción.

      Acaricié su cabello mientras veía su rostro y pensaba en lo duro que debe ser para él tener que afrontar todo lo que conlleva tener un páncreas que no produce apropiadamente las hormonas que él necesita.

      Cuando vi el color volver a sus mejillas, le susurré algo al oído y me levanté con el objetivo de llegar al salón de suturas.

      Sin tocar, abrí la puerta para encontrar a Yue tan concentrada, que no notó la mirada lasciva que aquel chico le estaba regalando, y eso por no mencionar que estaba a tan solo centímetros para tocarla.

CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora