REGLA 33: NUNCA OLVIDES TU OBJETIVO.

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       Este año ningún estudiante se quedó en el colegio, ni siquiera mi sobrina Samantha, la cual se negaba rotundamente a volver a casa.

- Meriam, ambos edificios están limpios y cerrados. - El profesor Zayd se acercó a mi escritorio para notificarme.

- Eso es excelente. Gracias por su trabajo, que disfrute sus vacaciones. - Dije para que se retirara, es realmente agotador mantener esta escuela tan grande y la verdad no se como mi madre podía hacerlo todo sola.

- Permiso directora. - Ese tono sarcástico lo conocía muy bien.

- ¿Qué haces aquí, Jeremy? Creo haber depositado tu paga. - Dije de mala gana. Nunca es agradable verlo.

- Ambos sabemos que no estoy aquí por eso, Mery. - Siempre odié que me llamara de esa manera, y él lo sabía.

- Realmente no lo se, pero espero que sea rápido, tengo mucho trabajo por hacer. - Contesté mientras fingía organizar los papeles sobre mi escritorio, los cuales ya había revisado tres veces.

- Mi madre quiere verte. - Se sentó en la mesa, justo al lado del portalápices, para luego tomar una de las hojas. - Lo único que hace aparte de regañarme es preguntar por ti. - Le arrebaté el papel que tenía entre sus manos y lo guardé en la gaveta con llave.

- ¿En qué hospital está? - Me levanté luego de apagar la computadora y tomé mi chaqueta.

- En el asilo. Mi hermana la encerró en "La casa Paz", un centro médico en el que está presa. - Él también se levantó y se llevó las manos a los bolsillos. Se ha vuelto mucho más atractivo ahora que ha madurado un poco.

- Seguramente lo hizo porque le molesta cuidarla. - Apagué la luz para luego salir de la oficina junto a él.

- Conoces demasiado a Lidia. - Lo vi esbozar una sonrisa a pesar de la oscuridad que se adueñaba de los pasillos.

- Zereya y yo éramos sus mejores amigas. - Sonreí falsamente para ocultar la nostalgia que me invadía recordar esos momentos felices.

- No tienes que forzarte a reír. - Abrió la puerta para salir del edificio administrativo y me invitó a que lo hiciera primero. Sería imposible pedirle que hiciera esto hace 5 años, pero ahora era un acto natural para él. - Te conozco lo suficiente como para saber que recordar lo que pasó, te duele. - Como negarlo si tenía toda la razón.

- No me conoces Jey. - Si él me llamaba por ese apodo cursi, entonces yo también podía hacerlo.

- Se las coordenadas exactas de cada nevus de tu cuerpo porque te he visto desnuda más veces de las que puedas recordar. - El viejo Jeremy estaba de vuelta. - Te conozco tanto que a veces leo tus pensamientos. - Sonrió y yo lo hice también, tal como en los viejos tiempos.

- Está bien señor Presley, me conoce. - Llegamos al estacionamiento por lo que busqué dentro de mi bolso la llave de mi auto.

- Yo te llevo. – Agregó como si fuese obvio.

- Han pasado muchos años. Como mínimo debí aprender a manejar ¿No lo crees? – Contesté y este me interrumpió con su encantadora risa.

- Lo intuyo, pero el lugar a donde vamos no es algo que quede a la vuelta de la esquina. – Abrió la puerta de su carro esperando que yo entrara, pero no lo hice. – Tendremos que rodar unas 4 horas. – Completó mientras observaba su reloj, el mismo que yo le regalé cuando le propuse matrimonio, y lo reconozco, porque mi hermana Zereya lo diseñó exclusivamente para él.

CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora