REGLA 16: NO TE ADELANTES.

481 17 1
                                    

      Sonreí al ver el intento fallido de sanduche que había preparado Alek. Aunque me estuviera muriendo de hambre, tenía que decir que cocinar no era su fuerte.

      Me levanté de la silla giratoria sin espaldar y caminé hasta el otro extremo del mesón, en el cual, estaba el rubio intentando cortar un tomate.

- ¿Por qué no vas a preguntarle a todos si tienen hambre? – Aparecí como fantasma a un lado de él. Noté que se sobresaltó y yo sonreí.

- Tienes razón, han pasado casi 4 horas. – Contestó dejando el cuchillo a un lado para mirar el reloj.

      Luego de verlo llorar hace un rato, ahora me parecía un tierno pollito inocente que quería proteger.

      ¡Pero que dices Yue! Los Field son ovejas disfrazadas de lobo. Todos.

      Tomé el delantal blanco que antes le había visto a Martha y me lo coloqué. No quiero presumir pero nací y me crié en una tienda de comida. Busqué un poco en la enorme nevera negra que medía dos veces más que yo, hasta encontrar todo lo que necesitaba y me dispuse a cocinar.

      El reloj marcaba las 5:42 am.

      Hace 4 horas con 13 minutos había visto, o mejor dicho, escuchado, a la madrastra y al hermano mayor de Alek teniendo sexo. Como si no fuera suficiente, Faith entró en labor de parto minutos después, y si eso aún no era suficiente, vi al capitán del equipo de básquet llorar a moco suelto cuando se enteró de que le eran infiel a su padre. Demasiadas cosas en tan pocas horas.

      Terminé de sofreír los aderezos y agregué el pollo deshuesado. Yo moría de hambre y esto olía delicioso, pero al parecer, no era la única que lo pensaba.

- Eso huele increíble. – Mencionó un hombre, que intuí era Alek. Sonaba similar.

- Huele bien porque yo si se cocinar. No como tú, niño mimado. – Contesté sin girarme a verlo, ya que debía vigilar los panes que se estaban tostando.

- Hace más de 40 años que no me llamaban niño. – Dijo entre risas y tuve que dejar lo que hacía para darme vuelta de inmediato. Rogué que fuera el gemelo malvado porque si no lo era, me moriría de pena.

      Pero no era.

- Disculpe señor Field. Pensé que era Alek y... - Contesté apresurada hasta que me interrumpió.

- Lo se, lo se. No te disculpes. – Tenía una sonrisa de padre amoroso. Una que nunca le vi a mi papá. – Me alegra que te lleves bien con Shura. Nunca pensé que ese mocoso consiguiera una amiga además de Samantha. – Sonreí y me giré de nuevo a voltear el pan. Podía estar hablándome el mismísimo presidente, pero la comida era más importante.

- ¿Quiere que le prepare uno, señor Field? Debe tener hambre. La labor de parto ha sido bastante larga.

- Por favor, fuera del hospital dime Tomas. – Sonrió de nuevo, esta vez enseñando sus dientes. Se parecía mucho a Erick. O mejor dicho, Erick se parecía a él. – Si no es mucha molestia me gustaría uno sin mayonesa, por favor.

       Asentí y comencé a preparar el sanduche sin darle importancia al comentario anterior. Definitivamente no lo llamaría Tomas.

      Le serví mi súper Yuelicioso platillo, junto a una taza grande de café. Los médicos aman el café.

- ¡Magnifico! – Agregó encantado para luego probarlo. – No quiero ofender a Martha pero eso es lo más delicioso que he probado.

- Muchas gracias. – Comenté sonrojada. El señor Field era un encanto de persona.

CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora