El Trabajo que nos dio sacar a los gemelos del edificio F en la mañana sin duda fue increíble, además, hay que mencionar que el examen de anatomía que tuvimos después, estuvo realmente difícil. Luego de un día tan agotador mentalmente, decidí relajarme jugando básquet en la cancha frente a la fuente, sin embargo, al llegar ahí, me di cuenta de que se me habían adelantado. No conocía a ninguno de los que jugaba, por lo que intuí que eran estudiantes superiores. Pensé en verlos jugar un poco y luego marcharme, pero uno de ellos me lo impidió.
- Oye enana. ¿A quién le robaste esa joya? – Mencionó un chico alto y con un poco de sobrepeso mientras se acercaba hacia mí, driblando su balón y señalando el objeto que yo abrazaba.
- Es original y está autografiado. Es un tesoro en manos de una niña. – Agregó la otra persona que caminaba al lado del gordo sin darme tiempo para contestar.
En realidad, no me había fijado que lo que cargaba era un balón firmado, aún así, lo abracé con fuerza ya que no era mío y prometí devolvérselo a su dueño cuando me ganara en un partido. La valentía que tenía cada vez que le contestaba a Aleksandr Field se había desvanecido por completo, dejando ver a la niña temerosa que soy.
- ¿Por qué no me lo das? Estará en buenas manos, preciosa. – Dijo el gordo ya bastante cerca de mí.
- No es mío. – Contesté viéndolo directamente a los ojos.
- ¿Y crees que eso me importa? Yo quiero el balón, no me sirve de nada saber de quién es. – Luego de hablar soltó una palmada fuerte para hacer que soltara la pelota, sin embargo, la tenía bien apretada.
- No te rehúses niña. – Dijo el hombre más delgado antes de tumbarme al suelo de un empujón. Al caer, me golpee fuertemente la zona lumbar, pero no solté el balón.
- ¿No les da pena molestar a una niña? No entiendo cómo se hacen llamar médicos. – Un moreno de ojos color miel se acercaba al lugar, tomando de la mano a una rubia bajita con el cabello rizado. Luego de un rato los reconocí, eran Samantha y su novio.
Tras un poco de ayuda logré levantarme del suelo, y tras mucha insistencia de Samantha terminé rumbo a la enfermería, aunque no lo veía necesario. La verdad no se lo que sucedió con aquel par de estudiantes, pero realmente espero que el moreno no cometa ningún acto violento. Tras un buen rato vigilándome, Samantha se fue a los dormitorios, por lo que cuando estuve sola, me levanté para irme a mi habitación, necesitaba descansar y pensar un método para aprender a defenderme, actué como una tonta. Al abrir la puerta de la enfermería, un chico alto y con el cabello desordenado se encontraba apoyado en la pared revisando su teléfono. Llevaba lentes de sol, pero aún así yo sabía perfectamente quién era.
- Estamos bajo techo. ¿Por qué llevas los lentes? – Pregunté alzando la cabeza para lograr verlo a la cara.
- Para no tener que volvérmelos a poner cuando salga. – Contestó viendo fijamente la diminuta herida en el dorso de mi mano.
- Si vas a pasar, tienes que vendarte tu mismo. La enfermera está atendiendo una emergencia. – Le avisé pensando que el motivo de su presencia era alguna lesión y me giré para marcharme; sin embargo, Alek me dio la vuelta nuevamente con mucha facilidad.
- ¿Quién te hizo daño?
- El suelo. – Contesté cortante. Al rubio no pareció agradarle mi respuesta. Me haló por mi mano buena hacia la enfermería y cerró la puerta con fuerza.
- No creo que el suelo te haya empujado. Dime quién fue.
- Aunque lo sepas ¿qué harás al respecto? – Pregunté mientras me sentaba en la camilla y colocaba el balón problemático a un lado.
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CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTO
Ficção AdolescenteLa vida del egocéntrico y apuesto obstetra Jeremy Presley nunca fue fácil, ni lo será de ahora en adelante, ya que por diversos motivos se ve obligado a enseñar a unos vanidosos estudiantes de medicina, los cuales esconden historias sorprendentes. C...