REGLA 32: AMA LO QUE HACES.

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- Dámela de una vez. - Respondió ella mientras intentaba hacerme cosquillas, pero yo sostenía el trozo de tela en alto. Ni saltando lo alcanzaría.

- Pierdes tu tiempo, no tengo cosquillas. - Se ve tan jodidamente sexy con mi ropa puesta y el cabello mojado, que las ganas de continuar con el juego de anoche me están matando, sobretodo, al saber que debajo de ese suéter negro no tiene nada puesto, pues yo sostengo su tanga en las alturas.

- Entonces ¿por que estás sonriendo? - Ella aún tenía sus manos en mi pecho intentando buscar algún punto débil.

- Por lo que voy a hacer. - La tomé por la cadera y ella dio un pequeño salto para abrazar mi cuello, rápidamente yo coloqué mis manos en modo de asiento para sujetarla mientras me rodeaba con las piernas.

      Cada vez que me mira siento unas enormes ganas de besarla y tenerla cerca, pero cuando lo hago, me doy cuenta de que no es suficiente. Necesito más.

- ¿Me vas a besar? Porque si no lo haces, entonces yo... - La interrumpí con mis labios a pesar de que ella no paraba de sonreír, haciendo difícil el trabajo.

- No quiero ser la bruja malvada de su cuento, pero creo que deberían cerrar la puerta. - Samantha y June entraron a la habitación, pero yo no solté a la enana a pesar de que se había puesto muy roja, tanto, que escondió su rostro avergonzado entre mi cuello para no ser vista. Yo sonreí antes de apoyar mi barbilla sobre su cabeza.

- La gente normal toca la puerta antes de entrar. - Dije mientras me giraba a verlos.

- La gente normal. - June se acercó a mi para poder bajar la voz y que aún así, pudiera escucharlo. - Le cuenta a sus mejores amigos cuando consigue novia.

- No tengo novia.

- No soy su novia. - Respondimos al mismo tiempo y ellos rieron.

- Da igual. Le traje ropa a Yue porque me la llevo a su casa. Su mamá me llamó porque ella no contesta su teléfono. - Samantha comenzó a revisar entre la montaña de cosas que estaban tiradas en el suelo, hasta que encontró lo que buscaba. La enana que cargaba, me soltó para bajarse y pude darme cuenta de que aún estaba un poco roja.

- No puede ser. No le avisé a mi madre. - Comenzó a investigar por toda la habitación y yo solo me senté en el puf frente al televisor. June hizo lo mismo.

- ¿Y? - Me preguntó en un susurro mientras fingía escoger un juego.

- Gracias por el regalo, pero me gustó más cuando se lo quité. - Sonreí para luego encender la pantalla frente a nosotros.

- No eso, estúpido. - Me lanzó una mirada de furia y no pude contener la risa ni un segundo más. - Sabes a lo que me refiero. - Lo se, y por eso estoy seguro de que no se moverá hasta que le cuente.

- Nos vamos. - Samantha se acercó a darme un beso en la mejilla para luego sentarse sobre las piernas de June a despedirse.

- Yo quiero uno así. - Señalé a la pareja con la mirada fija en Yue, que ahora tenía puesto un short debajo del suéter negro.

- Consíguete una novia. - Ella y sus comentarios. Siempre tiene algo que decir.

- La tengo. Se llama Cenicienta. - Sonreí y me levante del puf para acercarme a ella. - Pero se fue y me dejó a un pequeño tigre hablador. - Me hizo una señal para que me agachara y yo la obedecí acercando mi oreja a su boca como si fuera a contarme un secreto.

- ¿Sabes algo? A las hembras se les llama tigresas. - Dijo para luego darme un beso en la mejilla y separarse de inmediato de mí. Enseguida la atrapé antes de que se alejara demasiado y le estampé un beso en los labios con mucha fuerza.

CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora