REGLA 68: DESPUÉS DE CAER, SIEMPRE HAY QUE LEVANTARSE (ALEK ver. Parte 2)

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Miércoles. 5 días restantes para el examen de pediatría.

     Jamás pensé experimentar esta clase de sentimientos premenstruales. Quiero llorar, gritar, desahogarme, pero no puedo, algo me lo impide, y temo que más que el dolor, sea el autocontrol que nunca imaginé que tenía.

     Un ruido me hizo sobresaltar, y al notar que era mi teléfono, decidí revisar. Dos notificaciones en el whatsapp, específicamente, notas de voz.

     Mientras esperaba que se descargaran, aproveché para revisar lo que había alrededor y no me sorprendí al notar que me encontraba en el área abierta para fumadores. Por alguna razón, mi cuerpo me trajo aquí, quizás al recordar que siempre escapaba a este lugar cuando mi padre me regañaba por hacer algo indebido dentro del hospital.

     Revisé nuevamente mi teléfono, y tras reproducir una primera nota en la que solo había ruidos aislados, me di cuenta de que Martha era la que había enviado los mensajes.

- ¿Está grabando? Creo que sí. Tiana, ¡Tiana! Ven acá, ya está grabando. – La voz de la mujer y sus expresiones me hicieron sonreír de inmediato, olvidando el momento por el que acababa de pasar.

- ¿Grabando? ¿Saludo? – Preguntó mi pequeño demonio, provocándome una carcajada difícil de controlar. – ¡Hola papá! – Sonaba sumamente emocionada, por lo que le contesté a pesar de que sabía que ella no podía escucharme.

- Cuéntale lo que pasó hoy. – La alentó mi nana y la niña soltó un grito agudo.

- Papá papá. ¡Hoy gané el juego! – Sus palabras, aunque difíciles de entender, eran tan alegres que contagian esa energía, por lo que antes de que terminara de narrar lo que había hecho hoy, ya mi humor había mejorado notablemente.

     Ahora, mucho más calmado, caminé hasta la cafetería y pedí un jugo de fresa con bastante azúcar, como le gustan a Yue, y antes de que la factura saliera de la máquina, yo ya había terminado de beberlo. En estos momentos no siento que sea yo, pero realmente no me importa, creo ser capaz de hacer cualquier cosa.

     Volví al pequeño lugar en el que anteriormente estaban June y Jakal, y aunque ninguno de los dos seguía allí, internamente lo agradecí, pues, aprovechando la soledad, podría concentrarme mejor en lo que planeaba hacer.

     Tomé varios libros de la estantería empotrada en la pared, entre ellos el fiel amigo Harrison, los cuales fui coleccionando sobre la mesa.

     Antes de darme cuenta, mi alrededor estaba repleto de libros y papeles, y la verdad es que perdí totalmente la noción del tiempo. Afortunadamente no debo ir al aula, porque de ser así, supongo que sería demasiado tarde.

    He leído tanto que siento que mis ojos comienzan a arder, y al parpadear, solo veo las líneas verdes que adornan los márgenes del capítulo de infecciones, sin mencionar que por mi cabeza flotan esos nombres raros de virus y bacterias que en su momento, me costó mucho aprender. Lo peor del asunto, es que por más que lea, siento cada vez más lejano un final, es como si pudiera ser cualquier cosa. Todas las infecciones cursan con fiebre y ya me está desesperando esto de leer en vano.

    Cansado, decidí pasar las páginas y solo observar los dibujos, tal como lo hacen los niños antes de aprender a leer, por lo que, inevitablemente, fui desviando mi atención hacia cosas que no tienen nada que ver con el motivo de mi investigación. Recuerdo cuando tuve que aprenderme estos terribles temas de epidemiología, virulencia, vectores, sobretodo el nombre de los parásitos, era un verdadero dolor de cabeza.

     En una de las páginas creí ver algo sobre el Zika, por lo que pasé rápidamente antes de rememorar viejos traumas. Esa enfermedad estaba de moda cuando empecé la carrera y di tantas charlas de prevención que llegué a tomarle un poco de odio.

CÓMO ESTUDIAR MEDICINA Y NO MORIR EN EL INTENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora