4. Primer día para una vida "normal".

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Ha pasado una semana desde que llegué a Nueva York, y ya voy a ir a un instituto. Estoy emocionada pero a la vez me quiero matar. No quiero levantarme temprano.

Cuando Salvatore le pagaba a los profesores, yo llegaba cuando quería. Le advertí a Salvatore que no seré la mejor, ni que me portaré bien.

Si me buscan, los terribles problemas que tendrá la persona si me llego a alterar, no serán normales.

Le conté a Alex que si no me gusta el instituto, haré lo posible para que me saquen... Y él estuvo de acuerdo.

Al llegar a la mansión, Salvatore nos advirtió de que no entráramos en su despacho o al sótano.

¿Para qué quiero entrar en esos lugares? Pero en fin, nosotros asentimos sin decir nada.

Mi teléfono comenzó a sonar.

La alarma.

Me levanté en modo zombie y caminé hacia el baño. Me dí una ducha, me vestí con unos jeans oscuros, una camisa holgada blanca y unas converse. No quiero llamar la atención y quiero ir cómoda por si tengo que correr... Uno nunca sabe.

Busqué mi bolso y guardé unos libros, tomé el arma y la guardé en mi bolso. Al ser hija de Salvatore y no querer que nadie me cuide, tengo que llevar algo para defenderme. Prevenir antes que lamentar.

Salí de mi habitación, bajé la escaleras y me dirigí a la cocina.

—Buenos días —saludé a Alex que comía y a Margaret, nuestra gentil sirvienta, que estaba a un lado de Salvatore.

—Buenos días —respondieron en unísono. Tomé una manzana y me la comí. No tenía mucha hambre, la ansiedad me destruía el estómago.

Salvatore me miró por un largo momento.

—Ya sabes lo que...

—Sí, sí, no confiar en nadie, soy yo contra el mundo, blah, blah, blah. No me interesa, ¿sabes? En serio, escuchar eso cada vez me te veo, me irrita —interrumpí a Salvatore haciendo que se enojara. Se levantó de la mesa y se fue. Parece un niño pequeño haciendo berrinches—. Qué genio —Alex me miró y rodó los ojos. Me encogí de hombros—. ¿Vamos? —pregunté, y él asintió.

—¿Qué vamos a hacer hoy? —Sonreí.

—Hoy, nada. Quiero conocer el instituto... Luego, veremos si debemos intimidar con actos, no lo sé —le respondí encogiéndome de hombros, y él asintió, sonriendo. Salimos de la mansión, nos subimos al auto de Alex y lo puso en marcha.

Llegamos al instituto y todos nos miraban... ¡Todos!

Podría ser porque somos nuevos en el instituto o porque el auto de Alex es un poco lujoso.

Era un Ferrari Ecuador color blanco.

Inconscientemente, me encogí de hombros y caminamos sin un rumbo, pues no sabíamos para donde ir.

—¿Adónde vamos? —me preguntó Alex y volví a encogerme de hombros.

—Vamos a preguntarle a alguien —Él asintió.

Nos dirigimos a un grupo de chicas que, literalmente, enseñaban todo. Toqué el hombro de una y ésta se giro.

—Hola, soy nueva aquí y necesito...

—No sé con qué cara me has visto; no soy una guía y menos para ti, así que hazme el favor y te largas. Estoy ocupada —Le miré sorprendida.

Ya me cae de una patada en el culo y eso que la acabo de conocer. ¿Quién se cree la pendeja?

—Gracias por tu maldito tiempo. Espero que lo utilices muy bien en cuanto se trata de tu prostitución, maldita —espeté molesta y tomé la mano de Alex para irnos, el muy idiota estaba babeando. Hombre al fin.

Las putas al ver con quién estaba, abrieron los ojos como platos. Alex se encontraban a unos pasos de mí, por lo tanto, ellas pensaban que estaba sola.

—Lo que se perdieron —comentó Alex encogiéndose de hombros y sonreí de satisfacción ver su caras furiosas—. ¿Vas a preguntar otra vez?

Se detuvo en seco y casi caigo por ello, el maldito tiene fuerza. Le solté la mano fulminándole con la mirada mientras él trataba de no reírse, le golpeé el hombro.

—Sí, ellas se veían putas y se creen la gran cosa. Vamos a buscar a otra persona —Me dispuse a buscar a una persona que parecía amable, y encontré a una chica hablando con otra, cerrando su casillero. Caminé hasta donde ellas están con Alex siguiéndome.

Suspiré.

—Hola —Sonreí, ellas me miraron y luego sonrieron.

—Hola —dijeron en unísono.

—¿Me podrían ayudar? Es que somos nuevos aquí y no sabemos a donde ir —comenté mostrándoles mi lado amable.

—Primero, vamos a dirección para que vean a la directora y la conozcan y eso —Se encogió de hombros la que cerró su casillero. La pelirroja—. Y buscaremos sus horarios —Caminamos hasta una oficina, encontrándonos a una mujer ordenando un poco el escritorio.

—¡Lily! ¡Vanessa! ¿Se metieron un problemas tan rápido? —preguntó divertida la secretaria y ellas le sonrieron cálidamente.

—Stella, ¡por Dios! Hoy es el primer día. Déjanos conocer un poco a los nuevos. Por hoy, les dejaremos descansar de nosotras —respondió la castaña sonriendo.

—Lo dudo —Negó divertida.

Luego, nos miró a Alex y a mí.

—Somos Cassidy y Alessandro Morelli —dijo Alex—. Somos nuevos aquí y... no sé qué más decir —Se encogió de hombros, y lo miré, rodando los ojos.

—Soy Stella, la secretaria, y algunas veces consejera —Sonrió—. La directora no ha llegado para darle el recorrido —Buscó algo en los cajones de los escritorio y nos pasó unos papeles—. Esos son sus horarios —Los miramos por un momento y los comparamos, eran idénticos—. ¿No hablas? —me preguntó haciendo que frunciera el ceño, ¿no lo puede decir más amable? ¿Qué les pasa a las personas de éste lugar?

Suspiré y relajé la mirada.

—Si lo hago pero en este momento no tengo nada que decir.

—Bueno, como la directora no ha llegado y, Lily y Vanessa están aquí... Ellas les enseñaran el instituto y cuando llegue Jacinta, le diré que pasaron por aquí —Sonrió.

Traté de no reírme del nombre de la directora, se los juro. Tuve que morderme el labio para que no se notara.

Miré a Alex y estaba igual.

—Entonces, ¿no tendremos clases? —preguntó con una sonrisa la pelirroja.

—Sí la tendrán pero luego de que le enseñen el instituto —respondió con una sonrisa hipócrita, logrando que la pelirroja rodara los ojos, en cambio la castaña sonreía de lado.

—Entonces, vamos a hacer que dure —respondió ella y salió. La pelirroja fue tras ella.

Nosotros nos quedamos allí y la castaña entró de nuevo a la oficina.

—¿Vienen? —Asentí y Alex se encogió de hombros.

Nos despedimos de Stella y salimos de la oficina, viendo como las dos chicas se pararan en frente de nosotros.

—Me presentaré; soy Vanessa Hunter —mencionó la pelirroja estrechando nuestras manos; se ve que es una chica alegre y divertida... Por los momentos.

—Yo soy Lily, Lily Reeve.

Maldito apellido que me persigue.

Espero que no sean familia de Dakota.

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¡Hola!

Espero que les guste el capítulo.

En multimedia, ¡Lilyyyyy!

Cassidy. - [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora