Estaba sola en mi habitación, una de las habitaciones de la gran mansión Morelli. En este momento, el techo es lo más interesante que tengo. No puedo salir de la mansión por cuestiones "irrelevantes" para estos momentos, pensando en qué hacer con mi vida luego de lo sucedido.
—¿Qué ves en el techo tan interesante? —Me sobresalté al escuchar a Alex lo cual le causó gracia.
Él estaba en clases, no sé qué hace aquí.
—¡Me asustaste! ¡Eres un imbécil! —Le golpeé en la cabeza. Él dejó de reír y me miró, abrí los ojos como platos y me levanté de la cama.
—Dime que no lo has hecho —Entrecerró los ojos. Trataba de no reír, a Alex no le gustaba que le dijeran así por personas que ya no respiran.
Caminé lentamente a la puerta sin que Alex se diera cuenta.
—Te digo que... sí lo hice —Y me eché a correr, abriendo la puerta y bajé las largas escaleras.
—¡No corras, cobarde! —gritó corriendo detrás de mí.
Me detuve en seco y me giré, viendo a un Alex asustadizo.
A mí nadie me dice cobarde, él lo es.
—¿Cómo acabas de llamarme? —interrogué un poco enojada caminando lentamente hacia él. Comenzó a correr hacia el gran jardín.
Ok, todo es grande... Sí.
Corrí detrás de él.
—¡No me llames cobarde!—grité saltando sobre su espalda y golpeándolo en la cabeza.
—¡Yo te llamo como me dé la gana! —exclamó y caímos en el césped, yo sobre él, rápidamente le sujeté las muñecas.
—Yo no soy cobarde... No corrí porque una mujer le perseguía —Sonreí triunfante.
—Pero has corrido.
—¿Cuándo? —Alex se quedó callado, pensando. Le dí una palmada en la mejilla y lo señalé— Cállate —Lo solté levantándome, él me imitó.
—¿Qué hacemos? —preguntó cuando comenzamos a caminar por la mansión.
—No lo sé —Me encogí de hombros.
—No podemos hacer tantas cosas —ironizó y le golpeé el hombro—. Me golpeas de nuevo y te tiraré en la piscina —me advirtió señalándome.
—Qué miedo tengo, mira como tiemblo —Moví las piernas y los brazos como gelatina. Alex me observó con cara de "¿en serio?".
Me encogí de hombros y le dí un golpe, salí corriendo.
Parecemos idiotas con severos retrasos mentales pero no tenía qué hacer y... bueno.
Estos son los días en que me convierto niña temporalmente, olvidando todo lo que he vivido, olvidando el sufrimiento y dolor que los años me dejó. Y me encanta que sea con Alessandro, con él tengo los pocos momentos de felicidad que he tenido a lo largo de mi corta vida.
Corrí y Alex me perseguía, reía como loca. Entré a la mansión y me tropecé con algo... Quiero decir, sobre alguien, y me caí. Alex se detuvo en seco y trató de no reír, yo estaba nerviosa.
—Hola papi —Hice una sonrisa inocente y él me miró con el ceño fruncido. Estaba molesto, ese semblante no me lo negaba, me ha dicho que no actúe así. Rodé los ojos y me levanté, le tendí la mano y él la recibió logrando así levantarse. Levanté una ceja y me crucé de brazos—. Cambia esa cara o te golpearé —Levantó una ceja y rió sin gracia—. Así tampoco —Soy la única que puede tratarlo así, alguien más lo hace y está muerto. Él me miró serio y lo imité. Para mí, esto es un juego de miradas.
Alex se quedaba en silencio.
—Tienes más fuerza que antes —comentó con su voz ronca, sonreí de manera arrogante.
—Ahora sí puedo vencerte —Salvatore negó con una sonrisa.
—Sigue soñando —Me abrazó y pasó su mano por mi cabello, haciendo que se despeine. Hoy estábamos de muy buen humor.
—¡Suéltame! —me quejé, riendo.
—Está bien —Me soltó y me arreglé el cabello con la mano—. Quiero decirles algo —Cambió a su expresión de siempre; neutral.
—¿Qué? —Levanté una ceja.
—Nos vamos a Nueva York.
—¿En serio? —preguntó Alex con una sonrisa.
—Sí, van a tratar de tener una vida normal. Irán a un instituto, en último año, para ser más preciso.
—¿Para qué iremos a Nueva York? —interrogué.
—Cosas de trabajo y además, tengo que arreglar algunas cosas. Nos quedaremos por un buen tiempo —respondió serio.
—Lo que haces, no es trabajo.
—Para mí, sí y tú estás involucrada. No estás del todo limpia, no eres muy angelical —contraatacó, le miré con rencor. Volvimos a nuestras actitudes—. Sabes que es verdad y ahora, vayan a hacer sus maletas —Alex negó con la cabeza y le reprochó algo que no logré escuchar porque me fui a mi habitación, molesta. Me tiré en la cama, boca abajo. A los minutos, Alex tocó la puerta.
—Pasa —dije en un tono casi inaudible. Me levanté cansada y lo miré, tenía una media sonrisa, comprensiva—. ¿Desde cuándo tocas la puerta? Nunca lo haces —Él negó con la cabeza y se sentó a mi lado.
—Nunca cambiarás, ¿no?
—No —Sonreí orgullosa y lo abracé. Tardó un poco en devolverlo, estaba desprevenido, lo hice por impulso... Como la mayoría de las cosas que hago. Acarició mi cabello, respiré hondo para no llorar—. ¿Por qué me trata así? Algunas veces, me quiere... O lo simula. Y luego, me desprecia... No lo entiendo —comenté en un hilo de voz, abrazándolo más fuerte.
Él suspiró.
—No lo sé... Pero tranquila, sabes que su trabajo no es fácil y que él no decidió hacer esto, Salvatore debe ser así o lo pisotearan —me respondió, tratando de calmarme.
—Pero se supone que soy su hija...
—Sabes como es, siempre ha sido así, no te debería estar afectando en esta etapa. A menos, que... —Me separé mirándolo a los ojos.
—A menos que... ¿Qué? —pregunté seria, sonrió.
—¿Te llegó?
—No seas estúpido —Le golpee y él rió a carcajadas, abrazándome nuevamente—. ¡Suéltame! ¡Asco! —grité riendo a carcajadas.
—No dijiste eso hace un momento —Rodé los ojos y también lo abracé.
—Gracias por estar siempre ahí... Para mí.
—Siempre lo estaré, Cass —Besó la coronilla de mi cabeza.
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¡Hola!
En multimedia, Alex.
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Cassidy. - [TERMINADA]
Acción"Las mentiras son parte de mi vida y mi indiferencia es su aliado, pero como dicen, la verdad siempre sale a la luz... Y sin buscarla, la encontré." Soy Cassidy Morelli y ésta es mi historia...