Había una vez una joven princesa dormida, escondida en un hermoso Fiordo, todos ustedes pensaran que algún príncipe o rey valiente iría a despertarla con el beso de verdadero amor, pero no es así. Por mucho tiempo lucho por mantener la paz en el mun...
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Me ha tomado solo un instante salir del Instituto Tecnológico Antennae y solo un día para llegar a la Trolltunga o Lengua de Troll, como la conocen los humanos en el país de Noruega. Ya que es el único lugar del país, donde se encuentra un portal creado desde la Tierra, para no ser monitoreado y me queda perfecto para aparecer en el muro que es la frontera hacia una de las Comunas más grandes en todo Fény y la única que no está habitada gracias a que crearon otro portal especial, creando otro mundo paralelo para desechar todo lo que, según los seres de Fény de hace varios siglos, consideraban eran los impuros.
Aunque en realidad, se estaban deshaciendo de lo que temían y creían que les quitaría su reinado. Claramente eso es una estupidez, no sé porque, por mucho tiempo, los reyes de los reinos de Fény dejaron que Lilit les lavara el cerebro, en aquel entonces, para hacer lo que según ella afectaba a nuestro mundo.
Respiro con profundidad el aire helado, doy gracias a que los vampiros no podemos enfermar por todo ese dióxido de carbono que inunda el planeta, además de que no necesito usar una máscara de oxigeno. Cuando estoy en la punta de la extraña roca que parece una lengua, miro al vacio al cual tengo que saltar para traspasar el portal. Antes de hacerlo miro el cielo, el cual sigue de luto por que el sol de primavera aun está dormido y escondido de todo el mundo.
No lo pienso dos veces, lo único que está en mi mente es la Comuna, en la frontera con el Reino de las Ninfas. Cierro mis ojos dejándome caer al vacío, para después sentir esa succión tan característica de los portales hasta ser escupido, literalmente, por esté y proyectado al suelo.
— Bien, esto no salió tan mal.
Me pongo de pie y al enderezarme mi espalda cruje, miro a todos lados hasta dar con tres rostros demasiado parecidos entre sí. Esas barbas incipientes, esos auras negras envolviéndolos al punto de provocarme escalofríos, esas miradas color amatista al igual que los ojos de mi esposa. Suelto un suspiro y me anoto mentalmente golpear a Iván cuando lo vuelva a ver por ir de bocaza con los hermanos West.
Cada uno me mira, no sé si con desaprobación, enojo, furia o cansancio. Quizás me miren de todas esas maneras a la vez, levanto la mano a forma de saludo pero ellos siguen de lo más serios.
Elian es el primero en girarse sobre sus talones y caminar hacia algún lugar, seguido de Spector, Bastian me hace una señal para que los siga y en silencio los cuatro caminamos por algún rato hasta dar con los portales hacia Shadow. Cuando llegamos a uno, de nuevo Elian es el primero en traspasarlo, luego Spector y al último Bastian. Yo no tengo que preguntar qué debo de pensar para saber a dónde ir.
Me concentro en la mansión, que es como el castillo del rey sombra. La mansión West, que algún día fue de los Roselin luce como siempre, imperiosa en medio de los bosques blancos por la nieve, aquí tampoco hay sol, pero al menos el lugar no esta tan contaminado como lo está la Tierra al punto de llevar mascarillas para respirar o resguardarse dentro de domos.
