Había una vez una joven princesa dormida, escondida en un hermoso Fiordo, todos ustedes pensaran que algún príncipe o rey valiente iría a despertarla con el beso de verdadero amor, pero no es así. Por mucho tiempo lucho por mantener la paz en el mun...
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Permanezco en silencio en esta extraña sala de hospital, mientras el caos que me rodea va de un lado a otro atendiéndonos. Las chicas que estaba revisándome se han ido, veo que el capitán Rogers se está peleando con los soldados para que dejen de tocarlo y los insulta por destruir su barco, Thomas está en una pequeña cirugía de emergencia pues su costado esta atravesado por un pedazo de madera, Erendira está bien solo que se le ve algo confundida, a Charlie continúan haciéndole puntadas en la cabeza, pero parece muy desorientado, ni muecas de dolor hace, aunque bueno, ahora su capacidad para soportar el dolor es mucho mayor.
Por otro lado, André mira con curiosidad al soldado que se ha desmayado frente a él, mientras otros dos lo cargan y lo ponen en una camilla para saber qué le pasa, sin embargo, el vampiro luce bien. Giro a mi derecha, donde veo como dos soldados, una chica y un chico, curan las heridas que tiene Iván en la espalda. Me siento culpable de que gracias a mi a él le pasara esto.
Una vez más, uno de los mástil del barco iba a caer sobre mi cuando el primer misil nos alcanzo, iba a morir por eso y él me salvo. Él me salvo de morir, pero no cambia lo que me ha dicho a sabiendas de que todos nosotros, con excepción de Rogers y Charlie, estábamos hechizados. Se supone que los efectos han pasado, no sé porque sigo llorando, en ese momento una mano toma la mía, me sobresalto pero es André que se sienta a mi lado y ambos vemos como atienden a los demás. Una punzada de odio hacia estos mocosos se instala en mi pecho, casi nos matan y ahora están tan serviciales, curando nuestras heridas.
Por largo rato, André y yo nos quedamos mirando el caos a nuestro alrededor, cuando ellos terminan de examinarnos nos dejan ropa limpia que consiste en: un pans, una sudadera de color gris, ropa interior limpia y una camiseta de tirantes blanca. El soldado que Iván golpeo nos señala dos puertas, ahí hay baños con regaderas.
Cautelosa me levanto tomando el montón de ropa que se me entrego, los soldados me aseguran que no nos harán daño, pero no confío en ellos. Aunque necesito con urgencia limpiar toda la suciedad de no sé cuantos días. Entro al baño, seguida de Erendira, quien continua pérdida en su mente y algo temblorosa, no sé si esta fingiendo, mas no la ayudo o la consuelo.
Tomo un rápido baño de agua tibia, me seco y me visto, varias chicas soldado nos esperan a mí y a la sirena en nuestras camas en la sala de emergencias, nos dan zapatos y traen bandejas con comida. Miro a Thomas –que camina despacio después de que le sacaran el pedazo de madera–, Charlie, André y Rogers, ellos también han ido a asearse y al regresar miran con recelo a estas personas.
— No les haremos daño, lo juro —dice uno de los chicos, tiene pequeños ojos rasgados de color marrón, es alto y delgado, trae ropa militar y un arma colgada a la espalda, aunque sus facciones son apenas de un adolescente, sonríe y su rostro amable se vuelve mas cálido—. No fue correcto lo que hicimos.
— ¿Entonces porque lo hicieron? —pregunta Rogers sacando chispas por cada poro de su piel—. ¡Destruyeron mi barco!
— Lo sé y lo siento —dice el chico de lo más serio y puedo notar culpabilidad—. Hablaremos con ustedes más tarde sobre todo esto, coman bien y pueden pedir cuantas veces quieran, ahí está el baño, van a traer mantas para ustedes —sonríe de forma más sincera—. Soy Seung Ji, pueden confiar en mí y les juro que no queremos hacerles daño... a menos que ustedes quieran hacérnoslo a nosotros.
