World Of Ravens (Fény 2#)

Capítulo 20

            Despierto de un sueño realmente raro, miro a mi alrededor y me doy cuenta que no es el mismo lugar de hace un par de días. Estoy en un hospital, claramente. Tengo un montón de aparatos sobre mi cabeza, solo que esta vez estoy en una habitación individual, el ventanal tan característico del hospital de los vampiros no está.

Los recuerdos acuden a mi cerebro como una estampida de toros, recuerdo que ya no estamos en el dichoso mundo llamado Fény, sino en Shadow. Recuerdo a la chica del lago y repentinamente siento mucha sed de sangre, se que la he visto en alguna parte, aunque no se realmente de donde.

Me levanto de la cama, me quito la pinza que tengo en el dedo y que monitoriza mi frecuencia cardiaca, no hay zapatos así que piso el suelo realmente frío. No importa, tengo demasiada sed y necesito encontrar a Thomas para que me ayude. Con cuidado asomo la cabeza al pasillo blanco de afuera, no hay mucho movimiento lo que hace al lugar desierto.

Salgo de la habitación para aventurarme a explorar, camino por un par de pasillos, algunas habitaciones están vacías, las demás están cubiertas por cortinas, donde supongo hay personas en recuperación. Continuo caminando, hasta dar con un lugar bastante raro, pareciera que es la zona VIP, las habitaciones son más grandes, pero no todas están ocupadas, solo una.

Mi curiosidad puede más, me acerco a la única habitación ocupada, meto la mano en una rejilla ya que la puerta es corrediza, la deslizo un poco y me asomo hacia adentro. Hay alguien tendido en la cama, mientras que una pequeña niña está sentada en la cama a un lado y habla de forma triste.

— ¿Por qué duermes demasiado? —la escucho preguntar, pero no hay respuesta—. Quiero ver tus ojos y escuchar tu voz. Papi me cuenta historias para dormir, quisiera que tú también lo hicieras —por alguna extraña razón, escuchar las palabras de la niña me provocan una profunda tristeza al punto de llorar, me paso la mano por el rostro y mis mejillas están húmedas por las lágrimas—. Ya quiero que nazca mi hermanito, tal vez tú también despiertes.

Sin que mi cerebro lo ordene, mis pies comienzan a moverse hasta adentrarse en la habitación, deslizo la puerta para cerrarla en el más absoluto silencio, lástima que la pequeña lo escucha y da un respingo del susto mirando hacia atrás. Su pequeña carita luce confundida, arruga su ceño y me mira con detenimiento.

Me tomo mi tiempo no solo para mirarla a ella, sino también para mirar a la persona que está en la cama. Es la chica que encontré en el lago, está durmiendo tan profundamente que parece que nada le agobia. Miro a la pequeña y me doy cuenta que son idénticas, así que supongo que la niña es hija de la mujer que duerme.

— Hola —dice la pequeña y es como si un millón de sentimientos me atacaran, empezando por la felicidad, el orgullo y la tristeza, todo al mismo tiempo—. ¿Quién eres?

— Ho-Hola —me aclaro la garganta y me acerco a ella—. Soy Charlie —sonrió tendiéndole la mano a modo de saludo, ella sonríe y me da su mano. El hecho de hacer contacto con ella hace que mi corazón se acelere a mil—. ¿Quién eres tú?

— Mi nombre es Mila —su sonrisa es tan bella, pero inmediatamente se borra—. ¿Por qué lloras Charlie?

— No lo sé —me siento en la silla que está a un lado, levanto mi mano e intento tocar el pequeño rostro de Mila—. Siento que te conozco, pequeña, pero sé que nunca en mi vida te he visto y aun así, siento mucho amor y tristeza hacia ti.

— Yo tampoco te he visto —parece no comprender lo que le digo, simplemente sonríe y prosigue peinando el cabello de su madre.

— ¿Cómo se llama tu mamá? —pregunto impaciente por saber quién es la chica.