Había una vez una joven princesa dormida, escondida en un hermoso Fiordo, todos ustedes pensaran que algún príncipe o rey valiente iría a despertarla con el beso de verdadero amor, pero no es así. Por mucho tiempo lucho por mantener la paz en el mun...
Un nuevo día comenzó, el Reino de La Sangre comenzaba a despertar e iniciar otro día en medio de tensiones y a la espera de que estallara una guerra en el próximo segundo. Los reinos aliados obviamente trataban de evitar eso, es por ello que André comenzó a despertar, sonrió al ver a Victoria, profundamente dormida pero acurrucada entre sus brazos. Quería mirarla siempre así, tranquila y sin preocupaciones, solo que despierta, pues paso treinta y dos años mirándola dormida a la espera de que él la despertara, claramente André no la despertó, pero hizo de todo para encontrar al Cuervo Blanco, aunque siempre estuvo cerca de él. Aun no entendía cómo es que su pequeño Claudius era el Cuervo de una profecía, suponía que Eugene tuvo mucho que ver, sin embargo no quería pensar en su querida suegra, pues le había dado su perdón con talo de que los salvara.
Eso no quería decir que ahora todo queda en el olvido, Eugene seguía siendo para él la causante de todos sus males, empezando con haber hechizado a Evangeline, aunque si eso nunca hubiese sucedido, posiblemente nunca hubiese conocido a Victoria, su padre Dreagan lo hubiese mantenido al margen cuando la encontraran y probablemente la hubieran llevado al Reino Celestial para que allí la cuidaran. Esos simples pensamientos hicieron que un escalofrió recorrieran su cuerpo, ya ni siquiera entendía que pasaba con su cuerpo y sus cambios repentinos de temperatura, no quiso indagar en ellos, solo se acerco al rostro de Victoria y beso tiernamente su labios.
Victoria abrió sus ojos al sentir el cosquilleo en sus labios y se encontró con una preciosa mirada color azul, fue inevitable que ella también sonriera, así que André continuo besándola. Cuando ambos estuvieron satisfechos se levantaron, completamente desnudos y fueron a tomar un baño. El vampiro no quiso provocar a su esposa y solo se dedico a masajear su cuerpo y acariciar su vientre, mientras el pequeño Claudius se movía de un lado a otro. Al terminar, André continuo haciendo su autoproclamada labor de asear a Victoria, se enrollo una toalla en su cintura y tomo otra para secar el cuerpo de ella, al terminar la enrollo con la misma y la abrazo por detrás mientras ambos se miraban al espejo.
— ¿Puedo pedirte un favor? —pregunto él, recargando su barbilla en el hombro de Victoria, ella asintió curiosa por saber de qué se trataba
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—. Sé que le dije a Mila que iba a pasar tiempo con ella, pero tú sabes que necesito impedir que Faylinn vuelva a atacarnos. Tengo que convocar una junta de emergencia con los reinos aliados.
— Creo que no deberías hacer promesas que no vas a cumplir —Victoria se giro para tener a André de frente, él enarco una ceja y estaba a punto de contraatacar aquel comentario pero ella con solo levantar una mano lo hizo callar—. Me quedare con la pequeña, si ese es el favor que me pedirías, pero de una vez te advierto que no nos quedaremos encerradas en esta habitación.
— Ayer atacaron el castillo, necesito que los tres estén a salvo —André estiro su mano para ponerla sobre el vientre de ella.
— Godric y Stefan se quedaran con nosotras a donde sea que vayamos, supongo que a tu junta no irán mi padre y Su Yeong, me quedare con ellos, ¿de acuerdo?
