Capítulo Especial

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Eugene camina entre las calles del pueblo, la temperatura ha bajado desde en la mañana, así que hace un frío atroz. El hada se abraza a sí misma, para retener su calor corporal hasta que llegue a resguardarse del frío en la casa del pueblo. Al dar la vuelta en una esquina, se lamenta al ver a varios guardias a cierta distancia fuera de la casa.

El hada había olvidado que ahí es donde la sirena Erendira y Fiorella se encuentran resguardadas, piensa sus opciones si regresa por donde vino, de vuelta a la mansión, o a donde están las prisioneras, pero no soportaría encontrarse a su hijo y que Iván la mirara con cara de odio, sacude su cabeza para ahuyentar los recuerdos de hace un par de horas y continua su camino hasta llegar donde están los guardias.

Los guardias, que todos son sombras, la saludan con una pequeña inclinación de cabeza y la dejan pasar. El interior es cálido y raramente acogedor. Antes de dar otro paso uno de los guardias aparece frente a ella, el viejo Zigor la recibe con una sonrisa, pequeña pero cálida y amigable. Eugene le corresponde de la misma manera, con una sonrisa a medias, recordando los mejores años del guerrero, cuando su madre Mila aun vivía y él le recibía los animales muertos que mataba en el bosque para que algunos en la Comuna se alimentaran.

— ¿Que la trae por aquí, señora West? —dice el guerrero, a pesar de estar más viejo su voz grave e imponente sigue siendo la misma.

— Sabes que me puedes llamar solo Eugene o Gene —ese era el apodo del hada entre los guerreros de la Comuna.

— Bien, Gene... supongo que vienes por Elian.

— ¿Elian está aquí? —pregunta sorprendida ella, pues después de que desapareció lo busco por toda la mansión, sin éxito.

— Si, estaba en la oficina, lucia muy cansado así que imagino que se fue a recostar —Zigor hace más énfasis señalando la planta alta—. Dijo que solo estaría un momento, que había tenido un día pesado.

— Iré a verlo, gracias Zigor —Eugene, educadamente, inclina su cabeza y va hacia las escaleras.

Las sube de forma lenta, dudosa si es buena idea ir con Elian o esperar a que se calme. Pocas veces había visto enojado a Elian, nunca con ella, claro está, pero Elian da tanto miedo, incluso más que la fallecida Lilit. Quizás Hurson West era un hombre de temer y le heredo eso a sus tres hijos, porque Bastian y Spector también provocan ese miedo indescriptible, en especial Spector.

Eugene volvió a sacudir su cabeza, pues estaba divagando con el temperamento de los hermanos West, siguió caminando y se encontró a otros dos guardias en lo largo del pasillo, cada uno custodiando una puerta donde supuso, en una estaba Erendira y en otra Fiorella. El hada no tuvo que preguntar, los guardias inmediatamente le indicaron donde estaba su esposo, ella les dio las gracias y sin pensarlo dos veces, porque sabía que terminaría acobardándose, entro a la habitación.

No hizo mucho ruido, pero Elian despertó bruscamente dando un salto, al ver quién es, da un gran suspiro de alivio y se restriega una mano por el rostro, luego se levanta de la cama y mira a su esposa de forma seria.

No hizo mucho ruido, pero Elian despertó bruscamente dando un salto, al ver quién es, da un gran suspiro de alivio y se restriega una mano por el rostro, luego se levanta de la cama y mira a su esposa de forma seria

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