Había una vez una joven princesa dormida, escondida en un hermoso Fiordo, todos ustedes pensaran que algún príncipe o rey valiente iría a despertarla con el beso de verdadero amor, pero no es así. Por mucho tiempo lucho por mantener la paz en el mun...
Realmente he perdido la noción del tiempo, no sé en que día estamos, no sé a qué hora es y no sé si ya vamos a llegar o nos hemos perdido. Tengo hambre, tengo sed y frío, igual que todos, aunque en estos momentos envidio a André, pues se la pasa en un mundo meramente ajeno a este y algo me dice que está mucho mejor ahí.
Hace tiempo que rebasamos las quinientas leguas sin ningún otro percance, el capitán Takeshi junto con su tripulación se despidieron de nosotros y nos desearon suerte. Y ahora atravesamos el Pacifico en medio de la miseria, apenas cruzamos una espesa bruma, la comida se descompuso en cuestión de horas, el agua se evaporo y un montón de males nos atacaron.
Iván se ha vuelto más gruñón, todo el tiempo está enojado, incluso peleó con Thomas y terminaron a golpes rodando por toda la cubierta, aunque también se que un montón de pesadillas atacaron al rey de las sombras y algo me dice que tiene que ver con el hecho de que lo crio una mistress. Esmerald también le afecto teniendo una seria depresión, normalmente a ella la veía fuerte, con muchas agallas y segura de sí misma, ahora siempre se la pasa en su catre, llorando y sumida en sus pensamientos.
Por otro lado, la sirena, pensé que ella saldría bien librada, pero al verla perder la razón en segundos me asusto, no ha parado de hablar y de decir cosas sin sentido. Y el pobre de Thomas, quien está en cubierta, amarrado por sogas ya que se ha puesto muchísimo más violento que Iván.
Los únicos que no fuimos atacados fue el capitán Rogers, ya que él venía protegido con un montón de hechizos y tomo no se qué pociones; y yo, solamente he sufrido hambre, sed y frío, pero mi razón y lógica están intactas, todos aquí se están valiendo locos. Afortunadamente no hay tormentas pero las compensamos con la propia locura de los demás, me levanto del catre y miro a mí alrededor.
Erendira aun hasta en sueños sigue diciendo cosas y riéndose como tonta, André sigue inmóvil durmiendo, no ha despertado en tres días, Esmerald está agazapada en el rincón sollozando en silencio, Iván se pasea por todo el lugar, como si fuese una fiera enjaulada y agudizo mis oídos para escuchar los gritos de Thomas. No hay rastro de Rogers, pero seguramente está afuera. Me quedo en silencio mirando lo que ocurre a mi alrededor, con un fuerte dolor en mi estomago al no tener nada de comida.
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— ¡Ya cállate! —dice de repente Iván a Esmerald—. ¡Deja de lloriquear!
— No me hables así —la chica rompe en llanto y comienza a sollozar más fuerte—. Extraño a mi hermano y a mis padres.
— ¡Ellos están muertos! —eso ha sido lo peor que ha dicho, Esmerald levanta su rostro y lo mira sorprendida.
— Por favor, déjala que llore —me levanto del catre y voy hacia ella a paso lento por el gran esfuerzo que supone caminar hasta donde esta—. A nadie nos afecta.
