Capítulo 32

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[André]

El olor es embriagante, necesito su sangre porque sé que me dará las fuerzas que necesito, no como la asquerosidad que hace un momento tome. No puedo alejarme de ella, no hasta que pueda alimentarme, abro mi boca y me acerco a su cuello, huele deliciosa, mis labios tocan un poco de la sangre que emana de las dos pequeñas heridas que le hice, apenas es una pizca de lo que estoy dispuesto a tomar hasta que siento una de las malditas espadas en mi cuello.

Volteo a verlo y es increíble que mi propia madre me haga esto, al mirar los ojos del soldado se que ha dudado, así que en un rápido movimiento me los quito de encima lanzándolos hasta el otro lado de la habitación. Mi madre esta atónita, Charlie esta blanco como la tiza, pero no me importa, me giro hasta quedar frente a Victoria, luce tan frágil, tan hermosa, tan deliciosa...

La abrazo por el torso y la levanto, luce como una hermosa muñeca, vuelvo a acercarme a su apetecible vena y...

— ¡PAPI! —me giro a hacia la puerta y veo a Mila, con sus ojos abiertos y asustados, Mina, la sirvienta, cubre sus ojos, la toma en brazos y desaparece.

— ¡No, Mila! —dejo a Victoria en la cama y corro hacia la puerta, pero ya es tarde. Parpadeo un par de veces y es como si todo se esclareciera—. ¿Qué hice? —intento acercarme de nuevo a la cama, mi madre y Charlie se interponen en mi camino.

— Vete —dice Amelia, su rostro vuelve a reflejar miedo, justo como la primera vez, después de despertar de mi letargo—. ¡Vete!

Miro a los guardias recobrarse del golpe y se ponen enfrente de mi madre, no solo con las espadas, sino también con las dagas apuntándome. Mi vista la dirijo a la cama, donde Charlie acomoda a Victoria y limpia su cuello ensangrentado.

— Lo siento...

— ¡Vete, André! —dice con más firmeza mi madre.

Los guardias comienzan a caminar hacia mí, retrocedo para que las espadas no me lastimen hasta que estoy fuera de la habitación y cierran la puerta. Me giro sobre mis talones, me obligo a mover mis pies alejándome de mi habitación, mis piernas cada vez van más rápidas, llevándome por los pasillos del enorme castillo y perderme en el.

Llego a un pasillo lúgubre, sin luz o lámparas de aceite, ni siquiera me importa donde estoy tan solo quiero entender que fue lo que paso. Estaba a punto de morder a mi inimă, estuve a punto de lastimarla y eso no tiene perdón. Me recargo en una pared y me dejo caer al suelo, abrazo mis rodillas y cubro mi rostro de la vergüenza y odio que siento a mí mismo.

— ¿Por qué lo hice? —pregunto al aire, en medio de mis miserables lágrimas—. ¿Qué me pasa?

Me lamento más al saber que las respuestas no regresan a mí, ¿me estaré volviendo loco? Tomo mi cabeza con ambas manos y es inevitable sollozar al recordar lo que he hecho. Intente controlarme, desde anoche, cuando regrese de Shadow... el olor de la sangre de Victoria, juro que intente no hacerlo, juro que lo intente, pero ni siquiera pude quedarme quiero en la cama a un lado de ella, quería morderla.

Grito de frustración al no entender lo que me ocurre y golpeo mi cabeza múltiples veces para que mi mente reaccione y piense que está mal conmigo.

— Esto no está bien —alguien me toma de las muñecas y evita que siga golpeándome—. No lo hagas —Elizabeth Báthory está frente a mí, La Condesa Sangrienta muestra preocupación en sus ojos.

— ¡Déjame solo! —me zafo de su agarre y ella se aleja.

— Lo haría, pero estaba tomando una siesta cuando escuche gritos afuera de mi habitación —señala una puerta que esta a escasos dos metros de mí—. ¿Te encuentras bien?

World Of Ravens (Fény 2#)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora