Había una vez una joven princesa dormida, escondida en un hermoso Fiordo, todos ustedes pensaran que algún príncipe o rey valiente iría a despertarla con el beso de verdadero amor, pero no es así. Por mucho tiempo lucho por mantener la paz en el mun...
Al abrir los ojos, nuevamente me encuentro en la habitación de la casa antigua de mis sueños. Me levando y miro a mi alrededor; si, es exactamente la misma habitación, con la diferencia de que hay un montón de juguetes y peluches, como si un pequeño hubiese estado jugando aquí.
Me levanto de la cama y con cuidado de no pisar ningún juguete llego hasta la puerta. La casa parece vacía, no se escucha ni el zumbido de alguna mosca o el piar de los pájaros afuera, afortunadamente no he escuchado aquella voz de mujer que en ocasiones me atormenta y me da miedo. Continúo caminando por un pasillo y giro sobre otro para ir rumbo a las escaleras y ahí es cuando las veo.
Victoria y Norah, están en el descansillo de las escaleras, sentadas en el piso con una vela blanca entre ellas, mientras la toman con ambas manos. Victoria luce un vestido negro y Norah uno blanco, ambas prendas son iguales y parecen de época antigua. Parece que no se han percatado de mi presencia, así que me quedo donde estoy y agudizando mis oídos para escucharlas.
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— Eres un hada, no una bruja, Victoria —le dice Norah desesperada—. Fuiste como cinco minutos un ser de Fény, Su Yeong no te enseño lo suficiente y qué decir de tu madre.
— Nuestra madre —la corrige Victoria, con el aliento de su voz apaga la pequeña llama de la vela, se quita el guante de una mano y crea fuego para encender la vela. Entonces es un guardián y aparentemente un hada, eso quiere decir que es como yo, un cuervo.
— ¿Se te olvida lo que descubrimos de ella? —Norah parece enojada por algo—. Ella te envió aquí.
— No estoy segura quien me trajo aquí.
— Mientes, Victoria... ella te trajo aquí, tú lo sabes pero, ¿a mi quien me trajo? —Victoria suspira de cansancio y se recarga en la pared.
— Norah, no entiendo porque a veces puedes llegar a ser tan irritante.
— Y tu luces tan tranquila —Norah imita la posición de Victoria y se recarga en los escalones—. Victoria, escúchame. Tenemos que saber contactarnos con André o con Iván o Elian. Pero seamos realistas, tu magia no funciona aquí y no tenemos ni la menor idea de cómo comunicarnos.
— ¿Las puedo ayudar? —salgo de mi escondite y veo como ambas saltan del susto, aunque al verme inmediatamente sonríen y se ponen de pie.
Bajo las escaleras y cuando estoy en el descansillo con ellas ambas me abrazan como si no me hubiesen visto en años. Correspondo el abrazo y siendo el acelerar de mí corazón a una capacidad que creo que me dará un paro, la piel se me ha puesto de gallina y un montón de sensaciones más, al separarme de ellas puedo ver sus ojos alegres y con un brillo especial.
No sé si ellas o ella siente el mismo amor que yo tengo, aunque soy consciente de que no es enamoramiento, es un amor más de familia, como ese amor que sentía por Helena, mi madre adoptiva.
