Había una vez una joven princesa dormida, escondida en un hermoso Fiordo, todos ustedes pensaran que algún príncipe o rey valiente iría a despertarla con el beso de verdadero amor, pero no es así. Por mucho tiempo lucho por mantener la paz en el mun...
Recuesto a Victoria en la cama, dentro del camarote, solo que sus brazos están fuertemente abrazados en mi cuello, intento soltarla pero es demasiado fuerte, lo que me toma un tiempo separarme de ella. Cuando estoy por conseguirlo me jala con brusquedad y hago de todo para no caer sobre ella y su vientre así que en una fracción de segundo hago un bliț y me pongo a cierta distancia.
— Calma, por favor —levanto mis manos, acercándome poco a poco mientras ella no para de relamerse sus labios y me obligo a tragar saliva—. ¿Recuerdas lo que eres?
— No —sisea, enseñándome sus colmillos alargados, cierro mis ojos y respiro lenta y pausadamente, al abrirlos la belleza de Victoria me noquea, como siempre—. Tengo sed, se cómo funciona... recuerdo las miles de películas que vi.
— No es como las películas, Victoria.
— Soy Norah —se pone de pie y se acerca de forma lenta—. Por favor, tengo mucha sed.
Levanta sus manos para tocarme y puedo ver la luz tenue que sale de ella, obviamente su cuerpo comienza a despertar y claramente tiene mucha sed y huelo su sangre trabajando a mil, lo que causa estragos en todo mi ser. Sacudo la cabeza, tomo a Victoria de las muñecas y la insto a que vuelva a acostarse.
— Recuéstate —le pido de forma autoritaria y con voz ronca, lo hago de esta manera para que sepa que no he perdido el control. A regañadientes ella se acuesta y yo me siento a su lado, me inclino un poco sobre ella, señalándole la vena de mi cuello—. No toques con tus manos o me quemaras.
— ¿Por qué? —susurra y esas simples palabras hacen que recorra un escalofrío por toda mi espalda.
— Solo no lo hagas, toca la vena primero con sus labios —pongo mi cuello sobre su boca y cierro los ojos con fuerza, intentando no perder el poco control que me queda mientras ella usa sus labios buscando su alimento—. Cuando estés lista, encaja tus colmillos de forma lenta en la vena y succiona.
Pero como si de una víbora se tratara, ataco de forma rápida y solo sentí la primera succión, fue con demasiada fuerza que me arranco las energías de un trago. Victoria suspiro de alivio al probar mi sangre y le agradezco que poco a poco comienza a calmarse y a succionar con delicadeza. Utilizo lo último que me queda de fuerzas para separarme de ella, recostarme a su lado y volver a alimentarla.
No sé cuanto pasa, cierro los ojos y ella sigue succionando hasta la saciedad, al final le pido que lama mis heridas. Se sorprende de que tenemos saliva curativa, pero yo no puedo responderle o hablar sobre ello, simplemente me quedo con medio cuerpo arriba de ella, con mi rostro escondido en su cuello.
La racionalidad de mi mente se va y lo único que queda es la necesidad de sangre, así que actuó como ella, de forma rápida y certera. Alargo mis colmillos y con cuidado los encajo en su hermoso y delicioso cuello, suelta un grito ahogado, no sé si la he lastimado aunque no me importa mucho y menos cuando comienza a retorcerse y suelta pequeños y casi inaudibles gemidos.
Al terminar lamo sus heridas hasta que se cierran y deposito un beso donde estaban las marcas, mis fuerzas han regresado así que me separo un poco de ella. Sus labios están completamente rojos y una gota de sangre recorre la comisura de ellos, me acerco a Victoria y de forma delicada lamo esa pequeña gota de sangre, mientras que ese simple acto se convierte en un beso.
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