Había una vez una joven princesa dormida, escondida en un hermoso Fiordo, todos ustedes pensaran que algún príncipe o rey valiente iría a despertarla con el beso de verdadero amor, pero no es así. Por mucho tiempo lucho por mantener la paz en el mun...
He dormido nada, seguramente los nuevos visitantes tampoco han dormido y es que mi cerebro aun no logra procesar toda la información recibida ayer. A pesar de que llevo treinta y dos años en este mundo, aun no paro de sorprenderme por todo lo que voy encontrándome. Según yo, en Fény se vivía de lujo o al menos eso imaginaba yo, sabía que La Guerra de la Primavera, como dijo el rey de los vampiros, fue algo que conmociono incluso a los humanos, ya que después de eso el sol nunca volvió a salir.
Sin embargo, pensé que en ese mundo se vivía bien, ahora veo que hay ciertas personas que luchan como nosotros en el día a día tratando de encajar en un mundo que dice que eres diferente y eso está mal. En la gran cabaña del hospital, veo a Iván sentado a un lado de Esmerald, ambos están tomados de la mano y con sus rostros reflejando preocupación por su amigo el vampiro, pero ver a Iván, pienso que siendo tan joven se ha convertido en rey y algo me dice que es un buen gobernante, tratando de hacer sobresalir a su raza, o al menos eso me da a entender por su forma de hablar.
A él también siento que lo conozco, solo que a ninguno de ellos los he visto en la vida, he estado toda la noche pensando en eso. El tipo que nos insulto a diestro y siniestro, el capitán Rogers, es el único que no provoca algún tipo de sentimiento en mí, la sirena Erendira, por más de que la veo y la estudio, en el último par de horas me está comenzando a caer mal, algo no cuadra en ella y me hace quererme poner a la defensiva, por otro lado, Esmerald me cae bien, hace buena pareja con Iván, Thomas también es amigable y muy hablador, el menor de todos, Charlie, siento una energía extraña proviniendo de él, es una sensación similar a la que tengo con Victoria, cuando la veo en sueños, y lo mismo sucede con André.
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Es loco pero en mi insomnio he llegado a una loca conclusión de que ellos son mis padres, no Charlie, sino Victoria y André, no tiene sentido esa conclusión, físicamente no me parezco a ninguno de ellos, el tono de piel quizás, pero solo con André quien es más pálido que Victoria, mis ojos son marrones y los de él son azules y ella morados, además de que ninguno los tiene rasgados. Según Allan, tanto yo como Seung Ji somos hijos de alguna hada, nuestra complexión y físico es más que evidente...
— ¡Lucas! —me grita Yerik desde la otra esquina de la sala de espera.
Me enfoco en lo que está ocurriendo, así que me pongo de pie, mientras todos los presentes me miran de forma extraña, después se levantan y me siguen. Vamos hacia el área de los quirófanos, pienso que en una de esas salas haremos el Yapko, pero pasamos de largo y vamos a una habitación grande, con dos camas y suficiente espacio para los espectadores.
Allan me pide acostarme en una de las camas, hace lo mismo con el vampiro, quien no duda ni un segundo en hacer lo que se le pide, a sabiendas de que no nos han explicado bien el procedimiento, yo solo sé que si esto sale mal moriré.
— Bien —Seung Ji se pone guantes de látex, hace que todo mundo se haga a un lado y deja pasar a varios soldados, que para nosotros son los doctores, quienes nos cuidan—. Milie, Sabdi y Lola —son tres chicas, Seung Ji las hace pasar y ellas comienzan a movilizarse—. Ellas los inducirán a un coma, para entubarlos y asegurarnos que sus pulmones tienen oxigeno al igual que su cerebro —me obligo a tragar saliva ante lo que escucho—. Después nuestro buen mago Yerik hará en conjuro.
