Capítulo 2:

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[Jimin]

Gracioso, así le definiría. Era la palabra que mejor se le ajustaba después del par de encuentros que había tenido con él. Ni siquiera sabía su nombre, pero la forma en la que le intimidé y obligué a guardar su frustración, al menos durante mi presencia, no se me iba a olvidar tan fácilmente.

Ni siquiera en estos momentos, mientras me dirigía a mi aula, podía borrar la pequeña sonrisa que se me formaba al recordarle. Todos me miraban, pero ya estaba acostumbrado, y era muy tarde para comenzar a molestarme por ello. Además, no estaba de humor para enfadarme mientras aún rondase la mirada asustada de aquel chiquillo por mi mente. Había sido adorable, tentador incluso...

"Delicioso"

Antes de poderme dar cuenta, me encontraba relamiéndome mientras pensaba en aquel chico sin nombre. Me había salido por instinto, pero eso no quitaba que estuviera mal. Apreté la mandíbula con frustración y me obligué a apartar tales pensamientos de mi cabeza.

"Los humanos no son comida"

Era lo que me repetía cada vez que la maldita tentación aparecía por mi mente. Hasta el día de hoy, podía habérmelo repetido más de diez millones de veces, pero por desgracia sabía que ninguna de ellas sería la última. Quisiera o no, mis instintos seguían latentes, y aunque me esforzara por concentrarme en la clase de biología que estaba explicando una imponente profesora de metro y medio, había momentos en los que solo podía escuchar su sangre fluir con tanta rapidez, tan rítmicamente que parecía hasta llamarme.

Obviamente no lo hacía. Solo era sangre, o al menos eso me repetía interiormente al tiempo que agarraba mi libro y enterraba disimuladamente en él mi cabeza hasta que se me pasaba el momento de abstinencia.

¿Hacía cuanto tiempo que no bebía sangre directamente de un humano? ¿Cuatrocientos años? ¿Quinientos? Una barbaridad que en vez de volverse más fácil, parecía aumentar la tentación con el paso de los días. Bueno, no, mentiría si dijera que cada vez me costaba más, pero sí era cierto que jamás desaparecía esa voz, esa incitación a hincar nuevamente los dientes. Y era comprensible, pues no podía compararse con lo tener que beber de las bolsas almacenadas en el hospital. Ni siquiera eran recientes, pues las traían del Banco de Sangre de la ciudad, y muchas de ellas podían llevar semanas en el interior del plástico transparente.

Era asqueroso, pero infinitamente mejor que actuar en contra a mi moral.

Una moral de la cual mi hermano se reía. Mi familia se reía. Básicamente, cualquier ser de mi especie no comprendía porque me "sacrificaba" o renunciaba a uno de los mejores placeres que tenía ser vampiro.

En cualquier caso, no me lo impedían. No se metían en mis asuntos y por lo demás congeniábamos bastante bien, así que jamás me había supuesto un problema mis elecciones, o dicho de otra forma, jamás nos lo había supuesto a mí o cualquier otra persona de mi entorno. Incluso varias veces me ayudaban a conseguir provisiones, por lo que lo que menos podía hacer, era quejarme.

Pero lo hacía. ¿Cómo no hacerlo después de ver como Taehyung llegaba a casa cubierto de sangre y días después anunciaban en la tele la desaparición de varias personas? Que también es verdad, que no solía darse ese caso, pues tampoco era necesario llegar al punto de desangrar al humano y matarle para alimentarte de él, pero de cualquier forma, mi hermano jamás había tenido mucho... ¿autocontrol? Sí eso, autocontrol. Ni prudencia, ni autocontrol o cualquier actitud que conllevara el madurar, y en consecuencia, llevaba muchas vidas humanas a sus espaldas mientras sonreía diariamente con la misma inocencia que lo haría un niño de seis años.

Milk FangsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora