Capítulo 25:

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[Hoseok]

Abrí la puerta de entrada y fui directo a mi cuarto, escuchando las quejas de Jungkook al otro lado de la línea. No tenía ganas de escucharle, pero lo habría hecho durante horas, o fingido hacerlo si no hubiera llegado Taehyung en ese mismo momento. Sonreí al escuchar la puerta de entrada cerrándose, contento por tener una excusa para poder terminar la llamada con el pelinegro.

- Tú también –respondí sin prestar mucha atención a las palabras de Jungkook, siguiendo la conversación de forma inconsciente, al menos hasta que vi a Taehyung parado frente a la puerta de mi cuarto. Ahora que lo veía con mis propios ojos, la conversación de móvil bajó ocho puestos en la escala de importancia.

- ¿Yo también qué? –ladeó la cabeza y yo colgué inmediatamente a Jungkook, dejando el móvil sobre la mesilla de mi cama e incorporándome, sentándome sobre esta, agarrando mis pies al tiempo que mostraba una alegre sonrisa.

- Nada, estaba hablando por el teléfono –señalé el enorme cacharro negro con teclas que descansaba sobre la madera. Era un teléfono bastante anticuado, uno que venía con el piso y estaba cubierto de polvo cuando lo encontré. Uno perfecto para no tenerlo que usar, el cual no era mi caso, por desgracia. – ¿Encontraste mi móvil? –pregunté ansioso. Taehyung asintió y me tiró al regazo. Lo cogí con las manos e inspeccioné en busca de imperfecciones, pero no tenía ninguna grave. Estaba igual de desastroso que cuando se me cayó. – Muchas gracias, Tae –alcé la vista y sonreí, incapaz de no mostrar verdadero agradecimiento. Había sido un detalle por su parte. Incluso los asesinos podían tenerlos.

- No es nada, solo tuve que romper la alcantarilla y sacarlo.

- Oh –asentí distraídamente mientras observaba más de cerca el móvil.

- Con mis propias manos.

- Ahá –pegué un pequeño saltito sobre el colchó cuando se encendió. Hasta mantenía la batería. – Buen trabajo.

- ...

- ... -yo seguía embobado con el dispositivo, observando los mensajes y fotos como si fueran un tesoro que acababa de recuperar. Tardé varios minutos en darme cuenta de que Taehyung seguía en la habitación, observándome en silencio. – ¿Pasa algo? –pregunté con ligero desconcierto. Él no solía pasar callado más de veinte segundos, al menos cuando estaba conmigo.

- A mí nada –se acercó a paso lento hasta mi cama, sentándose en una esquina de esta. Frunció el ceño, revolviéndose, hasta encontrar una postura más cómoda, terminando por tumbarse a mis pies, agarrando uno de ellos y jugando con el pulgar. – Eres tú quien quiere cazarme.

- ¿Ah? –alcé una ceja sin comprender del todo sus palabras, aunque tampoco me alerté. Con Taehyung solía sucederme mucho eso de no enterarme de lo que hablaba. – No entiendo a qué te refieres.

- ¿No? –ladeó la boca, pensativo, y comenzó a juntar mi pulgar junto al índice, de forma infantil, mientras, según mi opinión, buscaba una mejor forma de explicarse. Cuando la halló, agarró mi pulgar con su mano y me miró a los ojos. – Sabes que soy un vampiro y quieres cazarme, no sé cómo decirlo de otra forma.

- ...

- ¿Hoseok? –soltó mi pie y se inclinó hacia delante, acercándose a mi rostro. Yo permanecí quieto, analizando lo que acababa de escuchar. – ¿Me has escuchado? ¿Te has roto la oreja? –acercó la mano, probablemente para inspeccionarla, pero en ese instante reaccioné y aparté todo lo que pude hacia atrás, golpeando fuertemente la espalda contra el cabecero de la cama. Taehyung seguía ahí, con la mano en alto y mirándome confundido. – ¿He dicho algo malo?

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