[Namjoon]
Llamé a la puerta aunque supiera de sobra que el pelirrosa podía haberme sentido desde el primer piso. Aún tenía mis costumbres humanas inculcadas, y me era enormemente difícil deshacerme de ellas. Aunque nada comparado a lo difícil que se me estaba haciendo vivir la nueva situación en la familia de los chupasangres.
Al parecer, uno de los hijos de Jin se estaba muriendo. Así, tal cual, de un día para otro dejó de comer, y obviamente, eso de no ingerir nutrientes, afectaba igual a mounstros hermosos como a humanos.
En verdad, si hubiera sido solo ese niño el afectado, quizás no me habría preocupado tanto, pero el problema era que todo eso salpicaba al pelirrosa. No, no le salpicaba, de hecho se estaba duchando en el problema. Y se podía reflejar todo el estrés que tenía encima, solo en uno de sus simples e innecesarios pestañeos.
- Entra –ordenó, aunque más bien sonaba a súplica. Hacías días que la autoridad comenzaba a ser suplantada por desesperación. – Acércame esa almohada de ahí –señaló una que estaba sobre la silla junto a la puerta, y tras cerrar esta, me acerqué a tenderle el mullido objeto, el cual no tardó ni medio segundo en colocar bajo la cabeza de Taehyung, quien se encontraba moribundo sobre la cama.
- ¿Los vampiros dormís? –pregunté de repente, cogiendo la silla y sentándome junto al pelirrosa. Él ni me miró, pero hizo una especie de asentimiento con la cabeza sin dejar de mirar al menor. – Deberías dormir entonces.
- No lo necesitamos –murmuró con voz cansada. El tono parecía contradecir completamente sus palabras. – Dormimos cuando queremos. Para relajarnos o evadirnos. –suspiró y frotó sus sienes, cerrando los ojos brevemente. – nuestro cuerpo puede recuperarse sin necesidad de que la mente lo haga. Aunque claro, el proceso es más lento.
- Puedo quedarme yo con él –declaré con firmeza. Jin me miró por primera vez, sin terminar de entenderme. – Sigo pensando que deberías dormir –negó inmediatamente y se inclinó sobre Taehyung, agarrando la mano de este, quien precisamente parecía estar haciendo lo que el pelirrosa tanto necesitaba. O quizás tan solo estaba inconsciente. – No va a pasar nada, puedes confiar en mí.
- No quiero.
- Te estás poniendo feo –esta vez volvió a mirarme, tan sorprendido e impactado, que no pude evitar una pequeña risa. Él frunció el ceño, y aunque apartó la vista, no pudo reprimir sus instintos para observarse en el reflejo de la ventana. A través de él, sonreí y apoyé mi cabeza en su hombro. – Es broma –me miró de reojo, con molestia, pero para mi alivio, no me apartó. – Te prometo que solo serán unas horas.
- He dicho que no.
- Necesitas desconectar un rato de todo esto –murmuré intentando no sonar demasiado serio. – va a acabar contigo.
- Namjoon.
Alcé la vista, sorprendido por su cambio de tono. Como vi que seguía sin decir nada a pesar de los segundos de silencio, me incorporé y le miré sentado correctamente, esperando que de esa forma formulara palabra. Por desgracia, lo hizo.
- Puedes irte.
- ¿Ah? –ahora era yo el que no entendía en absoluto a qué se refería. Normalmente, no me ofrecía la salida. Me echaba con una patada en el culo y varios rechazos a mis constantes propuestas de afecto. – ¿A dónde?
- A tu casa.
Me quedé pasmado. Realmente eso no me lo esperaba.
- ¿A mí casa? –asintió, otra vez sin mirarme. – ¿Ya no soy tu esclavo humano o lo que narices fuera? –negó – ¿Puedo hacer lo que quiera entonces? –asintió. – ¿No tienes miedo de que os venda a algún periódico o revista paranormal de frikis?
- Deja de decir estupideces y márchate.
- Pero Jin, no puedes liberar a tu esclavo así como así –comencé a explicar atropelladamente. Las palabras salían solas, tan solo comenzaba angustiarme y no entendía por qué. – podría traicionaros, podría hablar con Hoseok... con los... ¿cómo decías que se llamaban?
- Cazadora.
- ¡Eso es! –agité las manos precipitado, llamando la atención del pelirrosa, quien parecía completamente desconcertado. – ¡Podría delataros y crearos más problemas y-
- ¡Shhhhhh! –colocó una mano en mi boca, mirando a Taehyung para comprobar que no se hubiera despertado, y en menos de un segundo me encontré en la otra punta del cuarto, con su mano taponando aún mis palabras y la puerta cerrada a mi espalda. – ¿Eres imbécil o qué te pasa? –a pesar de su enfado, su tono no era especialmente alto. – Vete y ya está. No tengo fuerzas para lidiar con más problemas.
- ¿Y no vas a matarme? –debería haberme golpeado a mí mismo por decir eso. Realmente, parecía un suicida en esos momentos, aunque esa no fuera la sensación que me empujaba a hablar. – Sería más fácil.
- Sabes que no quiero matarte –declaró sin dificultad. Ya no tenía fuerzas ni para mentir. Era ligeramente decepcionante. – Ahora márchate. Pídele a Hwasa que te lleve a tu casa. No le llevará más de diez minutos.
- ¿No necesitas que me quede? –sonaba desesperado, y es que realmente lo estaba. – Puede aprender a limpiar. Puedo dejar de hacer comentarios sobre acostarnos si me lo pides. –Jin alzó una ceja y ladeó la cabeza. – ¿Qu-qué pasa?
- ¿No quieres irte?
- ¿Ah? –yo también fruncí el ceño, extrañado, y negué. – Claro que no.
Luego nos quedamos varios segundos en silencio. Mirándonos. Yo no sabía que decir, y estaba esperando a qué él lo hiciera. Tenía miedo, pero miedo de que me echara. Realmente no me apetecía en ningún aspecto volver a mi antigua vida, y solo pensar en tener que separarme de él, me quitaba cualquier gana de despertarme por la mañana.
Me gustaban mis nuevos días en esa casa. Me gustaba bromear sobre servir mis entrañas para desayunar. Me gustaba poder hacer escapadas a toda velocidad con Moonbyul y Hwasa. Me gustaba hablar de historia con Yoongi y debatir con Jiho sobre quien era el vampiro más atractivo de la casa.
Y me gustaba Jin.
Jamás me había gustado tanto alguien como él lo hacía. Así que sí, quizás era encaprichamiento del primer amor, de ese que suele usar bien poco la coherencia y se deja guiar por las emociones, pero realmente prefería quedarme con ese peligroso vampiro a volver a casa.
- Está bien, dormiré un par de horas. – Se apartó unos centímetros, colando su mano por detrás de mi espalda hasta rozar el manillar de la puerta, acercándose de nuevo a mi rostro. Antes de poder hablar, rozó sus labios con los mios. Cuando se separó de nuevo, ni siquiera me había dado tiempo a cerrar los ojos. – Cuídale bien.
Asentí y se marchó. Yo cerré la puerta, tambaleante, y me senté en la silla que segundos antes había ocupado su perfecto trasero.
Sonreí.
Eso había significado que mis días con ese perfecto trasero, aún no habían terminado.
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Me caigo de sueño. BUENAS NOCHES MIS AMORES. <3
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Milk Fangs
Fanfiction† ¿No es suficiente que me refleje en tus ojos? ¿También necesitas un espejo? †