Capítulo 40:

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[Jimin]

El timbre de la puerta sonó tan sincronizado con el timbre del videojuego que Hwasa tenía puesto en la televisión del salón, que si no hubiera sido por el obvio olor a humano, nadie se habría percatado de él.

- ¿Habéis pedido pizza otra vez? -Yongsun miró a Yukwon y frunció el ceño. - Ya recordáis lo que dijo Jin.

- Nada de comerse a repartidores. La compañía luego rastrea nuestra dirección. -recitó Hwasa como si se lo supiera de memoria, y es que de hecho, así era. Después de que Taehyung y Yukwon se enteraran de que podían pedir humanos a domicilio, nuestros problemas aumentaron en un doscientos por cien, al igual que las meriendas de ambos. Era totalmente comprensible que Jin no tardara en poner una de sus normas sobre el asunto.

- ¡Yo no he pedido nada! -se excusó el más bajo, lanzándole un cojín a la castaña. - Será un vecino o alguien perdido, no entiendo por qué cuando no está Taehyung, siempre me echáis la culpa a mí.

- Ash... -La pelirroja se puso en pie de mala gana, dirigiéndose a la puerta con cansancio. - Una de las razones por las que voté vivir en medio de la nada era para no tener que lidiar constantemente con humanos pesados...

Se dirigía a abrirla, pero como era de esperar, me interpuse de inmediato. Yo trataría con ese humano, porque ya fuera para mi suerte o desgracia, conocía ese aroma como la palma de mi helada mano.

- ¡Voy yo! -la pelirroja me miró extrañada pero no se lo pensó dos veces antes de volver a tumbarse al sofá. Por suerte para mí, su curiosidad e interés en los demás era casi nula.

A medida que más me acercaba a la entrada, el olor se intensificaba. Era apabullante hasta tal medida, que tuve que desviarme a la cocina para coger uno de mis batidos. Ahora casi podía llamarlos "salvavidas", pues ya fuera la mía o la del pelinegro, conseguían mantenerlas a salvo.

Con la pajita entre mis labios y la mitad del contenido bajando ya por mi garganta, abrí la puerta, encontrándome a la persona que llevaba esperando desde que sonó el timbre.

- Jungkook -me apoyé en el marco, echándole un vistazo de arriba a abajo, y seguidamente a su alrededor, comprobando que no hubiera nadie más, cosa estúpida, ya que de darse el caso, yo ya los habría olido. - ¿Ocurre algo?

- Ho-hola... -bajó la mirada y yo sonreí. Aún tenía aquellos momentos en los que no podía esconder su timidez, y por mal que sonara, me encantaban, me hacían sentir intimidante. - siento la molestia, pero no sabía a donde ir y... no sabía a quien preguntar... y pe-pensé que aquí quizás... en verdad no es tan importante, pero puede que...

- Habla claro, niño -no utilicé ese apodo adrede, pero por la reacción que tuvo el pelinegro, lo habría hecho. Al instante levantó la mirada y me miró indignado, inflando los mofletes de la forma más adorable existente. Podría habérmelo comido ahí mismo, y por desgracia, no solo metaforicamente.

- Venía a comprobar que Hoseok no estuviera aquí. Lleva varios días sin venir a clase y tampoco hay nadie en su casa, lo he comprobado. - afiló la mirada y dio un paso al frente, alzando más la cabeza. Yo retrocedí un paso, pero al contrario de lo que él debió pensar, fue debido a lo mucho que comenzaba a embriagarme su aroma. - Y no me llames 'niño'... tengo dieciséis años, ah...

- ¿Has probado a llamarle al móvil? -me terminé el batido de un trago y lo lancé a cualquier parte de la entrada segundos antes de cerrar la puerta a mi espalda y avanzar un par de pasos. Jungkook, al ver que me acercaba, retrocedió por acto reflejo, asustado. Sonreí y agaché la cabeza un par de segundos, intentando esconderla.

Milk FangsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora