[Jin]
No era el momento para preocuparse por humanos, o al menos no precisamente con el que dormía en la habitación continua. Aunque quisiera, tampoco hubiera podido, pues la depresiva actitud de Taehyung me tenía constantemente alerta.
No comía.
Así, literalmente. No bebía, no comía... básicamente no ingería nada en todo el tiempo que había transcurrido desde la discusión con su humano. Las amenazas contra Namjoon habían terminado por resultarme esperanzadoras, y no me habría preocupado si no fuera porque era Taehyung, quien se había alimentado la mayoría del tiempo por placer, no necesidad, y ahora llevaba más de una semana sin probar bocado.
Casi llegaba a incordiarme más que el cazador, el cual ya había llegado al pueblo, y como era de esperar, se alojaba en el piso de Hoseok, lo que dificultaba enormemente la situación. Seguro que ningún humano saldría intacto de esta, y me aterraba el como pudiera afectarle eso a Taehyung, más de lo que ya lo había hecho.
- Eh, princesa –me giré hacia aquella conocida voz, reprimiendo un pequeño suspiro de alivio. Ultimamente era la única persona con la que me podía relajar, por ello, verle con Taehyung en brazos, medio inconsciente, me sobrecogió enormemente, y la decepción de la escena fue aún mayor. – Haz algo con esto.
- ¿Qué? –me acerqué en un segundo, agarrando yo mismo al castaño y comenzando a inspeccionarle cuidadosamente en busca de cualquier daño. Estaba intacto, aunque su rostro, completamente demacrado, no reflejaba precisamente la mejor salud del mundo. – ¿Qué ha pasado? –pregunté con agobio sin dejar de acariciar con cuidado al menor.
- No lo sé. Se ha tropezado en las escaleras. – comencé a apartar el pelo de su rostro con delicadeza, sintiendo una desagradable presión en el pecho hacerse presente. – No quería molestarte, pero no hay nadie más en casa y pensé que debí-
- Gracias –le interrumpí acelerado. Ya se lo agradecería en mejores condiciones en otro momento, pero ahí, solo tenía mente para el casi inconsciente cuerpo frente a mis ojos.
Ignoré a Namjoon y fui directo a dejar a Taehyung en mi cuarto, sobre mi cama. Seguidamente bajé, llené un cuenco con la sangre más reciente que encontré en la nevera, y subí de nuevo, cerrando la puerta en busca de algo de tranquilidad. Al sentarme junto a él en la cama, entreabrió ligeramente los ojos, para cerrarlos con cansancio al segundo siguiente.
- Taehyung... –susurré dejando el cuenco en la mesilla y comenzando a acariciar su rostro con delicadeza, como si pudiera romperse de un momento a otro, y realmente eso era lo que parecía. – Taehyung, te he traído algo para que comas...
- No tengo hambre... –murmuró casi en un hilo de voz. Si yo hablaba en voz baja para no alarmarle, su tono era prácticamente inexistente. Probablemente inaudible al oído humano.
- Taehyung, tienes que comer –insistí con un deje de impaciencia en mi voz. – llevas diciéndome lo mismo toda la semana.
- No tengo hambre... –repitió en el mismo tono, uno que tan solo conseguía preocuparme más. Fruncí el ceño y acerqué la cuchara a sus labios lentamente. – No... no quiero...
- Seguro que te gusta, haz un esfuerzo por favor –supliqué, intentando dejar las órdenes de lado, pero ni por esas parecía ceder. Apartó la cara, rozando la cuchara y consiguiendo que un par de gotas se derramasen por su rostro. Ni siquiera se inmutó. – Taehyung, no puedes seguir así.
- F-fui a verle, hyung...
- ¿A Hoseok? –hablaba sin alejar la cuchara, por si la cercanía conseguía tener algún efecto, o quizás se animaba a probar un poco, aunque realmente pareciera indiferente a esta. Asintió con los ojos cerrados y expresión de dolor. – ¿Y qué pasó?
- Me echó –fue lo primero que dijo con firmeza en toda la conversación. Apretaba con la poca fuerza que le quedaba, los ojos. La presión en el pecho no dejaba de crecer, y tenía que poner mucho autocontrol para no forzarle a beber de la cuchara yo mismo. – Me dijo que no le importo, que soy una molestia.
- No eres un-
- Lo he estado pensando... hyung... –giró su cabeza, recostándola sobre la almohada y manchando esta con las pequeñas gotas de sangre que cubrían su mandíbula. – n-no hace falta que sigas... que sigas cuidándome...
- ¿Eso te dijo? –negó levemente.
- So-solo no quie... no quiero ser una molestia...
- No eres una molestia, Taehyung –declaré con brusquedad. Comenzaba a enfadarme, y no sabía si tenía más ganas de meterle la maldita cuchara a la fuerza en la boca o ir a por Hoseok y abrirle en canal para derramarlo directamente sobre el castaño. – Deja de decir tonterías y haz el favor de comer.
- No tengo ganas, hyung... -se revolvió, agarrándose a la almohada y formando un pequeño puchero. – quiero dormir...
Me quedé quieto, observándole, sin saber muy bien que hacer o decir. Las expresiones en su rostro iban relajándose y por un segundo parecía que se encontraba en perfectas condiciones. Por un segundo, únicamente por ese segundo anterior a todos los detalles en los que te fijabas más adelante, como la boca completamente seca, las mejillas hundidas o los ojos completamente oscurecidos y cansados.
Quise llorar. Cogí aire, intentando sacar fuerzas de donde no habían, y volví a dejar la cuchara dentro del cuenco antes de inclinarme para besar su frente. Era la primera vez que tenía contacto con él y me percataba de la sensación inerte que desprendía.
- Prométeme que comerás más tarde, Taehyung.
- Mmh...
- Tae-
- ¿N-no estás en... enfadado, hyung? –casi ni movía los labios al hablar. Parecía que hasta su propia existencia le costaba un esfuerzo enorme. – No te hice caso... y-y fui... y fui a verle...
- No importa –realmente no lo hacía. Era algo que al cabo de los días yo ya había asumido, y de hecho prefería que se enterara de esa forma, o sino jamás habría conseguido alejarse del humano. Aunque nunca hubiera imaginado tales consecuencias, y desde luego, menos deseado. – Ahora quiero que comas –asintió débilmente. – ¿Comerás luego? –volvió a asentir. Un movimiento tan leve que apenas hubo roce con la almohada. – Está bien. Vendré a verte cuando despiertes.
Emitió una especie de suspiro, el cual tomé como un tercer asentimiento. Suspiré y me puse en pie, echándole una última ojeada antes de frotar mis sienes con frustración y salir del cuarto, cerrando la puerta cuidadosamente a mi espalda.
Cuando a las horas volví a entrar, el cuenco seguía intacto.
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Milk Fangs
Fanfiction† ¿No es suficiente que me refleje en tus ojos? ¿También necesitas un espejo? †