[Taehyung]
Nada más escuchar la puerta de la entrada cerrarse, comencé una cuenta atrás, la cual debería haber durado un minuto, pero a los treinta y siete segundos mi paciencia se agotó, y mis piernas echaron a correr fuera de la casa en dirección a otra que últimamente casi conocía mejor que la mía.
A penas fueron unos minutos corriendo, algo a lo que supuestamente ya estaba acostumbrado, pero para mí desagrado, se sintió diferente a veces anteriores. Notaba las piernas entumecidas, y mi resistencia parecía haber decaído levemente. Antes de subir hasta su balcón, una vez llegué, tuve que hacer una pequeña parada en la puerta para calmarme.
- Hobi~ –canturreé tras colarme por la pequeña ventana que había casi pegada al techo del baño. Había cerrado el balcón, aunque decidí ni darle mucha importancia. – tengo hambre... – seguí buscándole, ansioso a más no poder, porque su creciente olor me aseguraba que se encontraba ahí. – Hoseokkieeeeee~
- ¿Qué quieres? –apareció por la puerta de mi espalda, con varias latas entre sus brazos que sacaba de la despensa. Fui a lanzarme hacia él para abrazarle, pero se alejó un par de pasos, y cuando me fijé más correctamente, pude apreciar que se veía enfadado.
- Conseguí escaparme para venir a verte –expliqué ligeramente cohibido. Tenía que buscar la forma de alegrarle, fuera lo que fuera lo que le sucedía. No me gustaba verlo de mal humor. – Y además tengo hambre –él, pasó de largo hacia la cocina, con todas las latas entre sus brazos. Una vez allí, las dejó sobre la mesa y empezó a colocarlas. Yo sonreí y me senté sobre esta, al lado balanceando las piernas mientras le miraba con diversión. – No puedes ni imaginar las cosas que me decía Jin, buf... –le tendí una de las latas, pero no debió percatarse y cogió otra, ignorándome, por lo que decidí dejarla disimuladamente de nuevo sobre la mesa. – ¡Y no para de insultarte!
- Ah.
- Dice que vas a conseguir que me maten. Está loco. –mis piernas, como un peso muerto, seguían inclinándose hacia delante y luego hacia atrás, sin necesidad de moverlas, igual que si fueran unos columpios. – Y me ha prohibido volver a verte, por eso he tardado tanto en venir. Me tenía vigilado todo el día.
- Tiene razón.
- ¿Ah? –ladeé la cabeza divertido y sonreí al comprenderlo. – Claro que tiene razón, me conoce bien y sabía que vendría, que contigo no van a servir las normas.
- Tiene razón en lo otro –hablaba dándome la espalda, sin mirarme ni cuando se giraba a agarrar más latas desperdigadas por la mesa. – No deberías venir –me quedé mudo, sin saber muy bien que decir, y cuando fui a responder, se giró repentinamente, colocando sus manos a ambos lados míos, y me miró a los ojos por primera vez. – De hecho, no vengas más.
- ¿E-eh?
- Eso. Haz caso a Jin y no aparezcas por aquí. – tenía la mirada más oscura que jamás había visto en él, y podía escuchar cómo rasgaba el interior de su mano derecha con la uña ahora que las tenía en un puño. – Intentaré retener a Thaeil y engañarle todo lo posible para que no os descubra, pero de igual forma, no os quiero cerca.
- Pe-pero yo no quie... –mordí con fuerza mi labio inferior, intentando detener el temblor que había comenzado a invadirle. – yo no quiero irme...
- No voy a salvarte si te encuentra Thaeil –se incorporó, apartando la vista y escondiéndose de nuevo entre las latas, como si la conversación fuera algo secundario. – Ni a ti, ni a ninguno de vosotros.
- Per-
- Ahora vete.
- Pero Ho-
- Taehyung, o te vas, o te echo.
Mis ojos se abrieron de par en par, y una rabia casi incontrolable me llenó por completo. Todo mi interior era eso, y decepción. Quería llorar, estaba seguro de que mis ojos estaban más rojos que blancos, y sentía que me ardían. Me agarré con fuerza a la mesa y le miré desafiante, esperando que se fijara en mí.
- Échame.
Solo en ese segundo volvió a girarse. Apretó con fuerza la lata entre sus manos, mostrando tan solo ese pequeño detalle alejado de la serenidad que parecía expresar su rostro y cuerpo. Fruncí el ceño e hinqué más las uñas en la mesa de madera.
- Sabes que puedo hacerlo.
- No puedes –rebatí. Inmediatamente sacó un cuchillo de su espalda, problablemente agarrado entre el cinturón. Me lo mostró y yo afilé más la mirada. – No vas a usarlo.
- Deberías dejar de confiar tanto en mí –respondió entre dientes, dejando la lata sobre la encimera, haciendo que me fijara en la ligera abolladura que sus dedos habían dejado en el metal. – No lo compliques. Vete y ya está.
- No quiero.
- Taehyung, escucha a los demás. No te convengo.
- N-no lo sabes, tú no lo sabes... m-me tratas bien... -murmuré por la sinceridad que parecían llevar sus palabras. No parecía estar jugando, y cuando clavó el cuchillo en la mesa, junto a mí, no pude evitar dar un respingo y abrazarme a su cuello por inercia. Al alzar la mirada, me miraba duramente. Tan frío que no parecía humano. – N-no quiero irme, de verdad...
- Suéltame –me costó un grandísimo esfuerzo, pero terminé haciéndolo, dejando caer sin fuerza las manos, comenzando a rasgar a madera de la mesa con nerviosismo. – No me importas Taehyung. Comienzas a ser una molestia, y si no te marchas ahora, mañana con mi amigo te rebanaremos en pedazos y luego alardearemos de ello con otros cazadores.
- ... -casi no podía creer lo que escuchaba.
- Quédate si quieres, pero tan solo me vas a dar más esfuerzo y problemas. –sin previo aviso, desclavó el cuchillo de la mesa y mirándome fijamente, lo guardó de nuevo tras su espalda. Se dirigió de nuevo al armario y siguió ordenando latas. Mis piernas ya no se balanceaban, todo mi cuerpo estaba paralizado. – ¿Taehyung?
Mi nombre lo escuché cuando yo ya me encontraba descendiendo rápidamente de un salto hasta la calle. Incluso kilómetros después, corriendo con todas mis fuerzas, las pocas que me quedaban, podía seguir escuchando su voz repitiendo mi nombre. Y me dolía el pecho tanto que tuve que parar a llorar al percatarme de que ya no me llamaba, y esa voz, tan solo era un recuerdo.
ESTÁS LEYENDO
Milk Fangs
Fanfiction† ¿No es suficiente que me refleje en tus ojos? ¿También necesitas un espejo? †