Capítulo 30:

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[Namjoon]

Íbamos en un jodido helicóptero. ¡En un maldito helicóptero, con astas y cristales y todo! Yo, en traje, con el príncipe de cuento a mi lado, sobrevolando el mar que parecía querer absorbernos de un momento a otro.

- No paras de temblar –Jin colocó una mano en mi muslo y apretó ligeramente, sonriéndome de tal forma que juraría que brillaba. – ¿Estás nervioso?

- Para nada –realmente no me sentía nervioso. Simplemente inquieto, pero no nervioso.

- Solo es una pequeña fiesta entre amigos. A lo sumo habrá nueve o diez personas.

- Ya lo sé, no estoy nervioso –me recosté en el respaldo del asiento y eché mi cabeza hacia atrás, relajándome. – No estoy acostumbrado a este tipo de eventos –aún podía sentir la mano del pelirrosa en mi pierna, hincándose en la carne ligeramente. No quería parecer un pervertido, pero tan solo ese gesto comenzaba a excitarme. – Suelo ir a sitios más... informales, digamos.

- ¿Como el bar donde trabajas?

- Nadie sale de fiesta en ese bar, a no ser que seas un borracho perdido en medio de la calle con ganas de seguir bebiendo. –puse una mueca y negué con los ojos cerrados. No sé si era la postura o la conversación, pero me notaba mucho más tranquilo. – Y antes de que preguntes, sí, lo he sido, pero me encontraba demasiado lejos del bar de mi tío y lo suficientemente cerca de un banco en medio de un parque. – Jin rió, apartando la mano de mi muslo y cubriendo su boca, y yo sonreí, complacido y decepcionado a partes iguales. Eché un vistazo por la ventana y luego miré al mayor, señalando el único edificio que se alzaba sobre el amplio acantilado. – ¿Ese es el sitio? – Jin asintió y yo abrí mucho los ojos, pegando mi cara al cristal. Era fantástico. La típica casa que encuentras por internet o en un juego de los Sims pero jamás en la vida real. – ¿Quién vive ahí? –pregunté emocionado.

- Nadie. Es de alquiler.

- ¡¿De alquiler?! ¡Ha debido costar much-

- ¿Está bien colocado? –se inclinó ligeramente sobre mi asiento, comprobando las correas. Solo en ese instante dejé las vistas de lado, centrándome en el rostro que se arrimaba más a mi cuerpo. Realmente había valido la pena vestirme de traje. – Y no te preocupes por eso –di unos toques en el hombro del piloto y poco después este empezó a descender. – El dinero debería ser la menor de tus preocupaciones ahora mismo.

- ¿Sí? –sonreí, mirándole de reojo. – ¿Y cuál debería ser la mayor? –me miró y también sonrió, casi leyéndome el pensamiento antes de que las palabras salieran de mi boca. – ¿Tú?

- Por ejemplo.

Quizás había sonado egocéntrico por su parte, pero no me molestó, pues concordaba completamente con la respuesta. Y al parecer, por la forma en la que estuvo pendiente de mi desde que aterrizamos hasta que terminé de saludar al último de los invitados, entre sus preocupaciones yo ocupaba un puesto bastante alto también.

No me quitaba la vista de encima, permaneciendo a mi alrededor en todo momento, aumentando la tensión sexual más que evidente, al menos para mí. Sí, porque las demás personas no parecían percatarse de ello, y eso lo hacía aún más excitante. Mientras los demás me hablaban amistosamente, yo no podía dejar de desvestir al pelirrosa en mi mente mientras me terminaba la copa de vino que sujetaba con fuerza en mi mano, desviando las ansias que comenzaban a recorrerme.

- Y bien, Namjoon –me giré hacia la femenina voz que rompió el silencio de la mesa. Estábamos en el salón, frente a un montón de platos blancos vacíos y copas llenas de vino. Esperábamos la cena, pero yo realmente no tenía mucha hambre de algo que no fuera el postre, y de ninguna forma hablando literalmente. – ¿A qué te dedicas?

Milk FangsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora