[Yoongi]
Había miles de estrellas. Muchísimas. A penas quedaban huecos oscuros entre ellas. Solo ese paisaje fue motivo suficiente para que terminara tumbado, afuera de la tienda, mirando el cielo en vez de dormir. Esto era un dato importante ya que pocas cosas las sobreponía a dormir.
- ¿No estás durmiendo? –señalé el cielo sin mirarle, pues podía distinguir hasta su simple presencia de los demás. Él, tras taparme las vistas estando de pie, alzó la cabeza y así permaneció un par de segundos. Finalmente terminó tumbándose conmigo, apoyando la cabeza sobre mis muslos. – Es bonito. No sabía que te gustaran este tipo de cosas.
- Yo tampoco –respondí con honestidad. – Por cierto, feliz luna de miel –me miró y le sonreí. Seguro que eso tampoco se esperaba. Pocas muestras de afecto conseguía sacar de mi persona, y no era nada personal, simplemente me comportaba así con todo el mundo. La diferencia era que con Jiho intentaba cambiarlo, aunque me estuviera costando siglos conseguirlo. Literalmente.
- Feliz luna de miel –respondió, dejando un beso en la zona de mi muslo más cercana a sus labios. Luego besó el anillo que adornaba su anular. – He pensado que podemos casarnos otra vez y preparar otra en la que estemos a solas. No creo que tus expectativas de nuestra noche incluyeran súplicas de Namjoon para que le prestemos nuestros anillos o Taehyung intentando comprender el mecanismo de un palo en llamas.
Reí en voz baja, de forma totalmente inconsciente, rememorando aquellos momentos que probablemente a su tiempo no me habían hecho ninguna gracia. Mis comisuras no se habían movido ni medio centímetro cuando todo eso sucedió. No lo hicieron cuando Jin se intentó poner mis vaqueros y luego los rompió porque no le quedaban bien, o cuando Yukwon bebió del vaso de Hoseok por error y seguidamente me lo escupió en la cara al percatarse de que era zumo. Ni en el momento que Jungkook decidió acompañarme para aprender a cazar y luego no me dejaba matar a ningún animal porque decía que le recordaban a Jimin. Ni siquiera cuando a Taehyung le pareció factible dejar todas las lombrices que había encontrado, dentro de mi gorra, justo antes de que yo fuera a ponérmela.
No me reí en ninguno de esos momentos, pero lo hacía ahora, que aunque no estuviera a solas, Jiho me proporcionaba esa misma tranquilidad. Y era tan agradable que me hacía querer seguir elevando mis comisuras por siempre.
- A mí me ha gustado.
Se incorporó de inmediato, sin creerse mis palabras, y sentado en la hierba, me miró alzando una ceja. Tenía todo el pelo alborotado por el viento, y varias marcas de mis colmillos destacaban en su cuello.
- ¿Hablas en serio? –asentí – ¿Te lo has pasado bien? – cerré los ojos, relajándome, y volví a asentir.
- Ha sido divertido –pude sentir como se tumbaba de nuevo, esta vez a mi lado. Sin mirarle, me arrimé a él, dejando que me rodeara con su brazo. Olía a lavanda. La planta en la que se había pasado casi media hora buscando el anillo por habérsele caído en medio del matorral. – Era lo que necesitábamos.
- Sí, supongo que tienes razón –dejó un beso en mi sien y me apegó más a él. – ¿Entonces no estás decepcionado? –negué con la cabeza. – ¿Eso quiere decir que he hecho un buen trabajo? –me encogí de hombros, dejando la afirmación en el aire. – ¿Y que te alegras de haberte casad-
Le pellizqué en la pierna antes de que pudiera terminar la frase, sintiendo un exceso de romanticismo invadir mi escena. Él, tras quejarse con un ridículo chillido, se rio y me pegó más a él si era posible.
- Gracias por quedarte conmigo a pesar de todo –declaró al cabo de unos minutos, cuando el ambiente se relajó hasta quedar en un mero silencio. Ya no miraba al cielo, tenía los ojos cerrados y solo me concentraba en su voz y los árboles de fondo.
Sabía a qué se refería con 'a pesar de todo', y por primera vez en mi vida, recordarlo no me dolió. No tan intensamente como otras veces.
- Creo que ya no me importa –respondí directamente. – No puedo lamentarme por ser como soy, tampoco puedo culparte a ti.
- De hecho, sí pue-
- La cuestión es que no importa, porque nada va a cambiar –proseguí, impidiendo que estropeara mi explicación. Le miré y di un golpe en la frente. – Eres un idiota, pero nunca has pretendido hacerme daño.
- ...
- Si estoy contigo, es porque quiero. No voy repartiendo mi compañía a quien la mendiga, y tú lo sabes. –sonrió y yo rodé los ojos. – ¿Puedes parar de volver el momento malditamente cursi?
- ¿Yo? –me miró aguantándose la risa, abriendo los ojos por la sorpresa. – ¿Te repito lo último que me has dicho?
- Atrévete.
No se atrevió. Tampoco hizo falta, porque volvió a sonreír, y sus ojos, por desgracia, lo decían todo. Reflejaban exactamente, lo que yo, involuntariamente, expresaba con los míos.
Cerré los ojos, y por primera vez en mi vida, me alegré de haber sido convertido.
FIN DE LOS EXTRAS
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Milk Fangs
Fanfiction† ¿No es suficiente que me refleje en tus ojos? ¿También necesitas un espejo? †