Capítulo 54

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[Jungkook]

Agarré uno de los dos bollos que Hoseok llevaba en su bandeja y lo puse en la mía, junto a los otros cuatro que tenía y el batido extragrande. El mayor miró mi bandeja con desaprobación, pero no dijo nada, probablemente porque ya estaba más que acostumbrado a mis malos y deliciosos hábitos alimenticios.

- ¿Y bien? ¿Cómo es tu amigo? –pregunté con curiosidad, sentándome en la primera mesa libre que encontré. Él, en frente mío, comenzó a desenvolver su único bollo y se encogió de hombros. – ¿Con eso quieres decir que es un amargado como tú?

- Con eso quiero decir que es normal –respondió con una sonrisa. Hablábamos de su amigo de la infancia, el cual iba a venir de visita unos días y se alojaría en su piso, como era de esperar. No me hacía especial ilusión, pero debido a que la mitad de videojuegos estaban en casa de Hoseok, tendría que socializar con el nuevo inquilino sí o sí. – el único amargado que hace amistad con máquinas eres tú.

- Al menos ellas no me sustituyen por otros – insinué con cierto rencor. Aún me dolía no ser su favorito, aunque poco a poco comenzaba a quitarle importancia al asunto. Seguramente Taehyung le daba cosas que yo prefería ni plantearme siquiera ofrecérselas, así que era mejor que él se quedara con el puesto.

- Ellas te sustituyen por cualquiera que les eche una moneda –respondió con altanería, y seguidamente, casi con el mismo tono, añadió. – y ya te he dicho que lo siento.

- Me dijiste que estaba exagerando. Y que no me enamorase de ti.

- Entre otras cosas –rodé los ojos y me lamenté por no haberle quitado ambos bollos. Ese desgraciado no merecía tener aquel chocolate industrial en su paladar. – Además, eso ya no importa. No creo que nos volvamos a ver.

- ¿Eh? –di otro mordisco a mi manjar, y tras masticar lo suficiente para poder vocalizar, seguí hablando. – ¿Os habéis peleado? –apartó la vista y dio un trago a su zumo. Estaba incómodo hablando de ello, y como me importaba bastante poco, decidí hacerle un favor dejando el tema de lado. – Estate tranquilo y no le des más vueltas. Seguro que encontrarás facilmente a otro para sustituirme.

- Ya te he dicho mil veces qu-

- ¡Oh, espera un momento! –le metí el último trozo que me quedaba de bollo en la boca, y me puse rápidamente en pie, agarrando mi batido extragrande. – Ahora vengo –declaré sin mirarle antes de echar a andar hacia mi objetivo, al cual acababa de ver salir de la cafetería.

Salí disparado en su busca, sin pararme a pensar lo acosador u obsesionado que quedaría eso. En verdad no me importaba, tan solo quería verle y hablarle. Decirle cualquier tontería, un mísero saludo aunque fuera. Incluso me conformaría con un saludo a distancia, de esos que te miras, sonríes y alzas la barbilla.

- ¿Se puede saber a dónde diablos te has ido? –pregunté entre la marea de alumnos que buscaba hueco para entrar en la cafetería mientras mi batido y yo luchábamos para salir intactos de esta. Una vez fuera, la situación era igual de frustrante porque Jimin no aparecía por ningún sitio, aunque al menos mi vida ya no estuviera en riesgo. – ¿Cómo narices consigues desaparecer tan ráp-

- ¿Con quién hablas?

Me giré inmediatamente hacia la voz a mi espalda, topándome con el platinado y su perfecta aura rodeándole. A decir verdad, le notaba ligeramente diferente, pero en ningún aspecto imperfecto.

- ¿A-ah? –no supe que responder, por lo que me limité a clavar la pajita en mi batido extragrande de fresa y dar un largo trago hasta casi quedarme sin aire. Cuando alcé de nuevo la mirada, Jimin me miraba alzando una ceja. Sonreí, tanteando el terreno, y le ofrecí el batido. – Es de fresa. Como los que tomas tú siempre.

Milk FangsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora