Capítulo 17:

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[Jin]

Había sido completamente necesario. Y no niego que me había dolido, ¡pero ese era uno de mis suéteres preferido! ¡Ya le había advertido a Taehyung las suficientes veces como para que no tuviera consecuencias en esta!

- ¡Mi ropa no se toca y punto! –exclamé indignado, perdiendo momentáneamente el control y consiguiendo que el bar se sumiera en un silencio absoluto durante varios segundos. No me di cuenta de lo sucedido hasta que tres pequeños trozos de cristal incrustados en la palma de mi mano. Había roto el vaso de tanto apretarlo. – Ash, perdona, te pagaré por el vaso también...

- Eh, Jin... –alcé la vista y él desvió la suya hasta mi mano, la cual cubrí inmediatamente con la otra. – Tengo un botiquín en el baño de empleados, puedes... ah... –me resultaba gracioso como intentaba hablar de forma coherente sin conseguir quitar aún la expresión embobada de asombro que ocupaba todo su rostro. – puedes usarlo si quieres...

- Sí, eso estaría bien –respondí amablemente, por pura educación claro. En lo que me abrió la puertecita para entrar tras la barra y crucé la puerta a la sala interior tras esta, siguiéndole a pocos metros, yo ya me había quitado los trozos de cristal y tirado por algún lugar del local, dejando en su lugar unas pequeñas aberturas en mi mano que ni tenían sangre, ni dolían. Quizás tardarían un par de días en cicatrizar, pero no supondrían problema, y mucho menos necesitarían un botiquín.

Pero todo ese tema quedó de lado al encontrar la pequeña sala de estar que había tras la pared del local.

No era grande, pero estaba acomodada de tal forma que parecía tener la presencia de una persona como mínimo viviendo ahí. Dos sillones, una mesita con un ordenador junto a un bonito equipo de música, y a la derecha el baño, al cual nos dirigíamos con más emergencia de la que yo realmente sentía.

Namjoon cogió la pequeña maleta de encima de un armario y la apoyó sobre la tapa del váter para abrirla, o al menos para intentarlo, porque estuvo casi dos minutos peleándose con el cierre, y justo cuando abrí la boca para ofrecerle mi ayuda, consiguió despegar ambas tapas. Y con ellas que salieran disparados varios paquetes de vendas al suelo y unas pequeñas tijeritas de metal. Rodé los ojos y sonreí, porque a pesar de que no me gustaban los humanos torpes, la suya resultaba ligeramente adorable.

- Déjame adivinar –solté con sorna, mirándole desde arriba ya que él estaba en el suelo recogiendo apresuradamente todo lo que había caído. – No habías abierto esto en tu vida hasta ahora.

- A-ah... –sonrió avergonzado y negó, terminando de meter la última de las cajitas caídas, dentro del botiquín. Seguidamente sacó un rollo de venda y volvió a inclinarse para ponerse a buscar algo más. – No es aconsejable que yo utilice este tipo de cosas... –sacaba pequeños botes, los leía y volvía a meter de forma apresurada. – Suelo ser un poco torpe.

- No hace falta que lo jures.

- Te recuerdo que quien ha roto el vaso has sido tú –declaró al instante de sacar un bote, supuse que el correcto, y me lo tendía con una socarrona sonrisa. – Pero sí, prefiero dejar que la vida siga su curso y si me he clavado un disco roto en el muslo, esperar a que sane por sí solo.

- ¿No es eso un poco arriesgado? –pregunté tomando el bote con mi mano buena, permaneciendo con la otra ligeramente cerrada para que no se pudieran ver los cortes. Se puso en pie, dejando el rollo de venda sobre la tapa del váter, junto al botiquín y encogió de hombros con indiferencia.

- No lo creo. Hazme caso que sería más arriesgado dejarme usar esas tijeras que he guardado, sobre una herida o cerca de una.

- ¿Eres una especie de manazas entonces? –reí en voz baja, divirtiéndome con la situación. Normalmente los humanos intentaban exponerse, mostrarme lo buenos que eran haciendo cualquiera de las simples cosas que hacían los de su especie, pero ninguno me había hablado nunca de aquello en lo que no era precisamente hábil. – Quizás no debería acercarme mucho a ti entonces.

Milk FangsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora