Capítulo 4

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FAMILIA

Las pesadillas seguían apareciendo, pero ahora cada vez que despertaba, Sophie estaba a su lado. ¿Cómo era que esta mujer se había convertido en su punto de paz, si es que apenas la conocía? Quería dejar de mostrase débil frente a ella, y cada vez que ella lo quería abrazar después de cada pesadilla, el simplemente la hacía aun lado. A pesar de todo el miedo que sentía, no permitía que se le acercara, no quería sentir la lastima de aquella mujer. Porqué así era, por más paz que esta mujer le transmitía cada vez que estaba cerca, no podía soportar el hecho de que ella lo estuviera haciendo por lastima, nadie debía de sentir lastima por un dios como el, ni su supuesto hermano, ni Frigga, ni mucho menos esta midgardiana.

Ya habían pasado cinco días desde el suceso con la canción, y Sophia había estado evitando poner ese disco que tanto le disgustaba a él. Loki se había estado preguntando como era posible que un midgardiano le hubiera provocado dicho malestar con una simple canción. Pero aun así, sabía que la canción describía a la perfección su situación, se sentía aprisionado por sus demonios que no lo dejaban en paz, cada palabra le había calado porque el mismo lo había vivido en carne propia cada sentimiento. Y, aunque lo negase, se encontraba pidiendo porque alguien lo ayudase. Esa mano al final de cada pesadilla era la clara señal de que así debía de ser.

Esa mañana le sorprendió que Sophia no estuviera con él, supuso que esta vez no grito, como otras veces. Eso lo tranquilizo un poco, al menos eso significaba que las pesadillas irían disminuyendo. Miro el reloj que estaba sobre su mesa de noche. Eran las 8:45 de la mañana. Parece que Sophia ya debía de estar rumbo a su trabajo. Giro a su derecha y vio en la mesa, que Sophia le había adaptado para que el desayunara recostado en la cama, el plato con una tapadera color cromo que lo cubría, levanto la tapa y vio unos huevos estrellados con tocino y queso (así los había llamado ella la vez anterior). Le había gustado, aunque le pareció un poco grasoso, lo tapo, no quería que se enfriara. Enseguida del plato había una nota, la tomo y la leyó:

"Me fui temprano. Te deje el desayuno en la mesita.

No podré ir a comer. Te deje la comida en la mesa. Camina con cuidado. Usa el microondas para calentarlo.

Nos vemos en la noche. Cuídate.

Te quiere. Sophie."

Soltó un bufido. La frase "Te quiere" le retumbaba en la cabeza. A pesar de los días, Sophie se seguía mostrando atenta con él. Habían tenido sus diferencias, habían discutido, pero aun así ella seguía ayudándolo a cambiarse, le ayudaba a bañarse, le ayudaba a caminar. Supuso que era normal que la mujer se encariñase con él. Realmente los humanos eran unos seres sentimentalistas, se conmovían con cualquier cosa. Pensó que tal vez podría usar ese sentimiento de ella a su favor para poder utilizarla en uno de sus planes. Le prometería poder, a cambio de que ella le ayudara en sus planes. Pero primero tenía que idearlo, aun ni siquiera sabía que era lo que haría con su vida en este mundo.

Decidió comer su desayuno antes de que este se enfriara. Bebió el vaso de leche y, dejando todo en la mesa, se volvió a acostar en la cama, tomo un libro de su buro y se puso a leer. Este día sería muy largo sin la visita a medio día de Sophia. Se había acostumbrado a su presencia, aunque lo negara. Y, su ausencia, le hacía sentir un poco solo.

 Y, su ausencia, le hacía sentir un poco solo

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