Capítulo 28 (Pt. 1)

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MONSTRUO

Su respiración se había vuelto irregular. Su cuerpo estaba acostumbrado a ese tipo de actividad, más el destruir criaturas casi mitológicas no era algo que hiciera todos los días, por esa razón había supuesto que su agitación era algo natural y normal.

Natasha había logrado derribar el último de los seres de su área cuando un fuerte grito de batalla se lanzó. Todos los guerreros habían comenzado a soltar vivas y canticos de victoria, ya que suponía que habían liberado, por fin, a la ciudad dorada de Asgard.

Sus prendas estaban rasgadas y algo sucias por el sudor y la sangre, pero estaba familiarizada con dicha sensación por su pesado trabajo como espía. Giró su rostro, analizando todo a su alrededor y logró captar el momento en que Clint retiraba una de las flechas del cuerpo de uno de los seres muertos y comenzaba retirarle la punta de esta.

Ella sonrió. Siempre había sido así, un hombre con una obsesión casi ridícula hacia todo lo que concernía a su arco. Si había oportunidad de guardad una flecha de la pelea como recuerdo y tenerlo en su ligero altar para luego alardear, Clint lo haría.

Los ojos del agente se enfocaron en ella y le devolvió la sonrisa. Guardó la flecha en su aljaba, acomodó su arco en su espalda y se dirigió hacia donde estaba ella.

— ¿Un nuevo trofeo? — preguntó después de haberse cruzado de brazos mientras el avanzaba hacia ella.

El arquero se encogió de hombros.

— Uno nunca sabe cuándo habrá oportunidad de contarle esto a alguien y que no te crean por falta de evidencias — respondió mientras se detenía muy cerca de ella.

La viuda negra estaba acostumbrada a ese tipo de gestos por parte de él. Barton nunca había entendido lo que ella, y muchos, llamaban espacio personal y este tipo de gestos por parte de él se le habían vuelto tan comunes con el paso del tiempo y de convivencia.

Una sonrisa apareció en los labios del agente mientras ella negaba con la cabeza y evitaba a toda costa reírse. En verdad este hombre le era tan predecible.

— Sabes, una flecha no sería suficiente para mostrarlo — alzó el rostro y lo miró fijamente. — En todo caso, la cabeza de una de esas creaturas seria prueba suficiente de tu memorable victoria.

Él soltó unas ligeras risas, para luego girar su rostro hacia un costado.

— No, esto no es una memorable victoria, Nat — su sonrisa seguía, más su tono de voz ya no era risueño, era más bien serio.

Fue en ese momento en el que comenzó a observarlo detenidamente. Su mejilla tenía un ligero corte que ella podía apostar que, cuando lo recibió, había dado el grito en el cielo por haberle herido su rostro. Sus ojos fueron descendiendo hasta su traje de batalla, el cual, al igual que el de ella, estaba roto y con marcas de tierra. Sus brazos desnudos y marcados, presentaban algunos pequeños rasguños y golpes que sabían que pronto se volverían en unos pronunciados hematomas que teñirían su apiñonada piel de un color purpura. Pero lo que realmente llamó su atención era la pronunciada herida que tenía en el abdomen, a su lado izquierdo. Había sangre emanando de ahí, más el estúpido hombre no parecía importarle.

Por unos segundos sintió las enormes ganas de golpearlo y hacerle ver al fantoche ese que su cuerpo estaba herido y que además estaba sangrando por una herida abierta. Más eso sería demostrarle que realmente le importaba. Y ella era una espía, nunca debía de mostrar emociones y sentimentalismos en sus horas de trabajo.

— Entonces, ¿Cuál si sería tu memorable victoria? — desvió sus ojos hacia otro lado, tratando de que el hombre no se diera cuenta de que se había perdido observando su bien formado cuerpo.

Aura©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora