Capítulo 25 (Pt. 1)

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MOTIVOS

Nunca había sabido que una empresa pudiera ser tan tranquila. Y mucho menos una empresa como la que estaba visitando. Pero, conociéndose como era, sabía que aquella tranquilidad no duraría mucho.

— ¿EN DONDE ESTA? — gritaba la oncóloga mientras traspasaba al tumulto de guardias que intentaban detenerla. No es que fuera muy fuerte para poder golpearlos a todos y dejarlos inconscientes, pero estaba decidida a encontrar respuestas y cuando Sage se decidía por algo, siempre lo obtenía, sin importar como lo hacía.

Los guardias la intentaban sujetar, pero ella era mucho más escurridiza de lo que ellos estaban acostumbrados.

Está violando un área restringida, señorita — le dijo una voz un tanto humana, pero carente de toda emoción existente. — Debo pedirle que se retire de aquí.

La mujer forcejeó un poco más, pero en esta ocasión no corrió con tanta suerte. Uno de los guardias se lanzó sobre de ella y la sujetó con fuerza del brazo, otro más aprovechó eso para tomarla del otro brazo y llevarlo a su espalda y sujetarla de la cabeza e inmovilizarla.

— ¡Quiero ver a Stark! — gritó con potencia mientras buscaba una cámara en aquel largo pasillo; al detectarla, intentó avanzar hasta ella, forcejeando un poco con los corpulentos hombres. — ¡TONY! ¡Sal de donde mierdas estés!

El hombre que le sujetaba de la cabeza, le tapó la boca, evitando que siguiera haciendo escándalo. Pero el genio que cargaba la mujer y la tremenda desesperación, la impulsó a morderle la palma de la mano con fuerza.

Por inercia, el sujeto debilitó su agarre, algo que aprovechó la oncóloga para liberarse, parcialmente, de sus guardias. Pero provocó la ira del guardia, el cual le golpeó con fuerza en la cabeza, haciéndola dar contra el suelo, quedando tendida en este con dos guardias sobre de ella, sujetándola.

Era difícil, para alguien como Sage, el aceptar la inminente derrota, puesto que para ella el perder no era una opción, siempre había sido así, y más debido a su profesión; el perder significaba la vida perdida de un paciente.

Pero sabía que de las derrotas siempre salía algo bueno. Por más que frunciera el ceño, gruñera, se cruzara de brazos, con una creciente cefalea y se mostrara indignada y molesta, eso no cambiaba el hecho de que ahora estuviera sentada en una de las sillas de detención de seguridad en la espera de que el aclamadísimo dueño de aquella ridícula torre que llevaba su nombre estuviera a punto de ir a atenderla. Eso podría ser considerado como una victoria, dolorosa y humillante, pero victoria al fin.

Los gorilas de seguridad seguían a sus costados, con la vista fija al frente, a la espera de cualquier movimiento por parte de ella que fuera sospechoso para poder intervenir e inmovilizarla de nuevo.

Los dedos de Sage se movían sobre sus brazos de manera ansiosa. Giró su cabeza, ligeramente, hacia uno de sus costados, para después posar su mirada sobre la mano del guardia que estaba a su lado derecho. No pudo el evitar sonreír al verle la mano, la cual estaba vendada.

— Supongo que a ustedes los entrenan para evitar el dolor de hasta una ligera mordida — soltó con sorna mientras enarcaba una ceja divertida, el guardia solo soltó un pequeño bufido ante eso.

— Y para detener a jovencitas cabronas que intentan invadir mi espacio personal — escuchó decir a una voz que ella bien reconocía bien, llevaba tiempo sin escucharla, pero el solo tenerla en mente le traía recuerdos muy divertidos.

— Así que el aclamadísimo Stark hace su aparición. Pensé que sería algo más dramático o llamativo, ¿Qué acaso ya no tienes dinero?

— Simple y sencillamente, no estoy de humor — se encogió de hombros el millonario. — ¿Qué te trae por aquí, no gealach*? (*Nota: Es "Mi Luna" en irlandés).

Aura©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora