Capítulo 25 (Pt. 3)

115 16 2
                                    

MOTIVOS

La mortal se había incorporado con lentitud, mientras no dejaba de posar su vista sobre el dios, quien no dejaba de preguntarse ¿qué estaba haciendo ella ahí?

Sophia se comenzó a acercar hasta donde estaba él, a la par que Loki cambiaba su semblante de sorpresa a uno de molestia. Si ella se encontraba en estos momentos en la celda, eso cambiaría por completo todo lo que tuviera planeado.

— Loki... — soltó en un pequeño suspiro la mujer, su rostro era de completa estupefacción.

— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has llegado? — interrogó secamente, mientras esfumaba la lanza de sus manos.

Sophie se detuvo a la mitad de la habitación. Fue ahí cuando Loki logró ver lo que traía puesto, era uno de los vestidos de gala de su madre, el cual se encontraba andrajoso y sucio, al igual que ella.

— ¿No crees que si lo supiera ya me hubiera largado de aquí? — soltó con un deje de ironía mientras se llevaba sus manos a las caderas.

Loki gruñó, insatisfecho por la respuesta.

— ¿COMO LLEGASTE? — repitió con potencia.

— ¡Que no lo sé! — la mujer se cruzó de brazos mientras se mantenía a distancia del dios.

El hombre volvió a gruñir y comenzó a analizar todo. Todo aquello afectaba todos sus planes. Si Sophia estaba ahí, significaba que el trato con la hechicera se había roto y ahora ella era consciente de que el dios tenía planeada una posible traición. Era muy probable que Amora se hubiera enterado de que tanto su madre como los guerreros se encontraban con vida y de que estos últimos habían sido desterrados del reino para ser enviados a Midgard y que alertaran a Thor de la presencia, tanto de la hechicera como de él en Asgard. Y ahora que su plan estaba hasta este punto, aparecía la mortal —a quien hacia reposando en un lugar seguro de su hogar— para complicar todo.

— ¡Maldición! — exclamó en voz alta, mientras caminaba en círculos. — Esto lo empeora todo.

— ¡Ja! Yo también me alegro de verte, querido — le dijo con sarcasmo mientras alzaba la voz. — Por cierto, gracias por irte sin decirme nada, fue una hermosa despedía. Lo bueno que me trajiste aquí, así podrás aprovechar y despedirte como se debe.

— Yo nunca mande traerte aquí — puntualizó con voz serena mientras no dejaba de dar vueltas en círculos. En verdad, tenía que encontrar una forma de solucionar esto.

— A si... ¿Y cómo explicas el que yo esté aquí, genio? ¿Un holograma tal vez?

— Déjate de juegos, mortal — se detuvo en seco y la miró con molestia; era claro que cuando esa mujer se proponía ser irritable, podría llegarlo a serlo. — No ando de humor para nada de eso.

— Mira quien habla — continuó ella mientras no dejaba de lado su tono de voz sarcástico, que había comenzado a fastidiar al dios —, el que siempre jugó a ser alguien que no era y que se la pasó mintiendo y convenciendo a todos de que era parte de los buenos.

Loki alzó la ceja con molestia. ¿Era enserio?

— Maté a más de miles de personas en lo que va del transcurso de tres años, sumándole el hecho de que soy el dios de las mentiras, ¿Qué esperabas?

— ¡Eres un maldito sínico! — acusó la mujer mientras se acercaba más al hombre con un semblante de furia. — ¿Cómo pude siquiera confiar en ti, si habías intentado matarme en varias ocasiones?

Los ojos de Loki se abrieron grandemente por la sorpresa ante la mención de aquello.

— ¿Qué? — sonó indignado. — ¡Salve tu vida más de tres ocasiones!

Aura©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora