Epílogo (Pt. 3)

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III. Lazos

Solo le faltaba poco para alcanzarlo, por lo que decidió aumentar el ritmo a gran velocidad. Los gemidos de ella ayudaban mucho en aquella práctica, pero aun así era necesario complementarlos con algo de imaginación y recuerdos de unos gemidos que en verdad lo volvían loco, aun cuando ella trataba de ocultarlos por el pudor.

Unos momentos más y el grito de ella le indicó que ya lo había alcanzado, sirviéndole como incentivo para terminar el también.

Se dejó caer a su lado, saliendo por completo de ella. El sudor de sus cuerpos había empapado las sábanas blancas de aquella cama, la cual había sido modificada tras el paso del tiempo. Para ser más precisos, ese colchón había sido cambiado hace no más de tres años atrás, antes de su primera experiencia con otra mujer.

Sus respiraciones eran irregulares y el cabello del moreno se pegaba sobre su frente gracias al sudor.

Una vez que logró respirar con más regularidad, se puso en pie y fue hasta al baño de aquella habitación de huéspedes, donde era que recibía a todas sus visitas. Abrió el grifo y se remojó la cara con el agua que salía de él, para luego cerrarlo con fuerza.

Para cuando salió del baño, la mujer ya se había puesto en pie y había comenzado a vestirse, no con mucho ánimo de irse, más aquello era lo que habían acordado antes de eso.

Loki sonrió. Fue hasta sus pantalones, sacó su billetera y tomó el dinero suficiente. Avanzó hasta la entrada de la habitación y la abrió, dándole paso a la mujer rubia que ya se encontraba completamente vestida. Salieron juntos de aquel lugar hasta llegar a la puerta principal de la casa, donde también le abrió la puerta, no sin antes depositar el dinero dentro de la ropa de la mujer.

La rubia hizo una mueca molesta, se acercó a él y le plantó un beso en los labio que Loki solo correspondió a medias, evitando ser descortés. Después de eso, la mujer salió y él cerró la puerta.

— Pensé que Tiffany duraría más que las otras — soltó una voz a su espalda. — ¿Acaso le dijiste algo para que se fuera?

Vania tiene ascendencia noruega — se encogió de hombros mientras giraba y se encontraba con su interlocutor. — Yo creo que eso da muchos puntos, junto al hecho de que es jodidamente buena en la cama.

Sonrió divertido.

Como había corrido el tiempo. Tras la visita que le había dado Sophia, donde se enteró que realmente ella no estaba muerta y en verdad era la rencarnación de la diosa Gea, ya habían pasado casi doce años. Los primeros años los había pasado duramente, intentando sobrevivir la ausencia de la mujer, quien ya sabía que estaba viva. Pero con el paso del tiempo y algunas visitas en sueños, el hombre pudo seguir con su vida. Ella le había dicho que tras su muerte se encontrarían, pero que mientras la esperaba, debía de vivir su vida lo más humana y feliz que pudiera.

Logró hacerla mientras su hijo iba creciendo, estando al pendiente de él, de su cuidado, de sus estudios, como también de los permisos y salidas que comenzó a hacer a la edad de los quince años. Pasaba tiempo con Stark, burlándose de él y viendo como Chris, el nuevo heredero del imperio Stark, era un vivo ejemplo del hombre mayor, el cual ya no sabía qué hacer con él.

Durante eso doce años, la tierra estuvo en varias ocasiones en peligro, situación que sirvió para probar la fuerza y valentía de los vengadores de la siguiente generación, que eran apoyados por la antigua. Loki participó en contadas ocasiones en las peleas para defender a Midgard, pero su ayuda era más técnica que física, debido a sus limitaciones de magia, con las cuales no podía hacer gran cosa. Su cetro seguía bajo poder, pero ya no era capaz de controlarlo, no con esa limitación de poder. Más se debe mencionar que sus habilidades de Jötun sacaban de muchos apuros al hombre y a los suyos, algo que lo hacía sentir bien.

Aura©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora