Capítulo 26 (Pt. 2)

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GUÍA

El enojo de Fury iba creciendo mientras que su ojo no se apartaba de las pantallas frente a él que mostraban el desastre causado por las creaturas de Asgard y de los mismos héroes que intentaban retenerlas a como diera lugar.

De alguna u otra forma, haría pagar a Stark por la loca idea de abandonar la Tierra en un momento tan crítico como este.

***

El calor de otro cuerpo, impactando contra ella, la motivo a abrir los ojos. Al encontrarse con unos mechones de color dorado frente a ella la hicieron sentirse un tanto confundida, pero cuando la fragancia a Vainilla había vuelto a inundarle las fosas nasales entendió lo que estaba ocurriendo frente a ella.

Frigga se hallaba, a unos centímetros de distancia y estaba con los brazos extendidos. Sus hombros subían y bajaban lentamente a un ritmo que había comenzado a preocuparle. Y el aroma a metálico combinado con la dulce fragancia de la vainilla comenzó a hacerse presente en el ambiente.

El sonido de alguien escupiendo la sacó de su aturdimiento mientras que veía el cuerpo de la diosa tambalearse frente a ella. Intentó sostenerla en sus brazos, más la falta de fuerza y equilibrio en sus piernas hicieron que ambas mujeres cayeran sobre el suelo.

Sophia acomodó a la mayor entres sus débiles piernas mientras se percataba que en su abdomen y pecho había una enorme mancha de sangre que había vuelto a su roída túnica de color arena a una de color escarlata.

Los ojos de Sophia se abrieron grandemente mientras que su respiración se volvía agitada.

— Frigga — murmuró casi inaudible mientras llevaba una mano a la mejilla de la mujer, la cual estaba manchada con la sangre que había surgido de su boca.

Al parecer, la diosa se había interpuesto entre el ataque de la hechicera y ella. Pero, ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué salvar la vida de una simple mortal que solo era una carga?

La aludida le presentó una hermosa y débil sonrisa mientras comenzaba a lagrimear de sus ojos.

— ¿Nunca escuchas... e-escuchas cuando t-te dicen que... te alejes? — preguntó entrecortadamente con un tono de voz un tanto hilarante.

— Vaya, no creí que aún le quedara energía para transportarse a esa velocidad — espetó la hechicera con un tono de voz despreocupado.

La castaña hizo caso omiso del comentario y enfocó toda su atención a la mujer que estaba entre sus brazos. Comenzó a querer detener la hemorragia, cortando una de las mangas de su vestido y situándola sobre el vientre herido de la mujer. De inmediato la tela se impregnó con aquel rojo y caliente líquido que emanaba de la rubia. Sus labios nos dejaban de decir "Te pondrás bien" como si de una plegaria se tratase, mientras que sus ojos comenzaban a nublársele por las lágrimas.

— ¿Por qué? — preguntó después de tomarle el pulso y percatarse de que esta iba descendiendo rápidamente.

Frigga levantó, con algo de torpeza, su brazo derecho hacia la mejilla de la mortal. La acarició con ternura mientras sus dedos jugaban con los mechones rebeldes de su cabello que se habían pegado a su pómulo.

— Tú... y... tu... hijo... deben... de... vivir — y tras susurrar aquello, sus dedos índice y corazón se situaron sobre la sien de la mujer, iluminándose. Después descendieron hasta donde estaba su corazón e hizo presión con la poca fuerza que esta tenía.

La vista de Sophie se vio interrumpida, al igual que sus oídos. Por su cabeza había comenzado a correr imágenes en su mente, de las cuales solo ella era consciente. Y tras unos segundos, su visión y su audición volvieron, trayéndola de nuevo a la realidad.

Aura©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora