Incluso si el viaje es largo, superaré los obstáculos. El camino se vuelve más brillante mientras lo afrontamos juntos. Sin dolor no hay ganancia, este es un mundo desconocido. Diez dedos se agarran los unos a los otros, este poder, somos unos. Ahora estamos aquí, después de incontables ocasiones y nos rozamos al pasar. Estoy impaciente por el comienzo del futuro enfrente de nuestros ojos. Cada rostro que confía en mi dice: “pruébate a ti mismo”. Esa fe nunca se equivocó.
Luz no conocía mucho sobre las emociones humanas, pero persistentemente le habían causado intriga y una extraña calidez. Siempre le pedía a Víe que se las explicara, y aunque Vuelo nunca se mostraba renuente hacia ese interés era obvio que tenía sus inseguridades con respecto a que aprendiese demasiado sobre algo que no le aportaría nada bueno. Sin embargo, desde hacía un tiempo, Luz se encontraba a sí mismo visitando de forma seguida a Llave, el custodio de la puerta de entrada de Leyenda. En un inicio había sido por lástima, un sentimiento muy humano a su parecer, y eso le hizo preguntarse que tan humanos eran ellos. Su tío, Dios, había creado a los humanos a su imagen y semejanza, según decía su madre. Pero también había creado a su madre… ¿Qué tanto de humano había en cada uno de ellos? ¿Cuál era la diferencia abismal que hacía que ellos estuviesen encerrados en ese sitio, controlándolo todo y básicamente no haciendo nada?
No tenía sentido.
No era razonable.
Algo en él había comenzado a cambiar drásticamente.
Se acomodó con lentitud al lado de Llave. Este casi siempre estaba solo, a veces Tiempo y Viento le hacían compañía, de forma menos constante Fuego, y casi todos los días Tierra. Aún así, Llave se veía solitario y triste, aunque Luz no estaba seguro de cómo podía identificar esa clase de sentimientos.
-Llave-dijo cordialmente.
-Luz-el otro le dedicó una mirada con fuerza, era un ser muy valiente, tanto que era el máximo protector de todos ellos-¿Qué quieres saber hoy?
Si, Luz iba allí porque Llave era el que más sabía sobre los humanos. Llave creía que ellos no estaban enterados, pero todos sabían que de vez en cuando abría la puerta de entrada de Leyenda sólo para observar y llenarse de conocimientos humanos. Llave era el único que podía entender algo sobre las emociones.
Un amago de sonrisa apareció.
-Tal vez vine a hacerte compañía.
-No me mientas. Estás tan interesado como yo, eso me hace feliz. Tierra nunca lo entiende, y me parece imposible que lo entienda algún día.
-Lo lamento-dijo bajando la mirada.
-Lamentarse no vale de nada. Somos los únicos que comprendemos. Dime, ¿has comenzado a sentir, a reconocer?
Luz asintió.
-¿Y?-preguntó Llave, esperando una respuesta sincera.
-Es…diferente. A veces siento que me sobrepasa - miró hacia la inmensidad, intentando dar una explicación que resultase exitosa - Siento pena, alegría, dolor, tristeza, felicidad, cariño. También hay otras emociones que no entiendo o aún no logro darles nombres. Sé que madre nos ama, que Vuelo nos protege. Es como si todo tuviese sentido y hace que me cuestione tantas cosas… Es como si…
-Todo lo que eres se deshiciera en millones de ideas que no logras coordinar y te preguntas en lo más recóndito de ti como las personas por las que más sentimientos albergas no son capaces de sentir nada-terminó Llave con mirada astuta.
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[ 12 ]
FanfictionKai Kimberly siempre había sido un chico extraño. A los diez años descubrió que podía saltar a diferentes lugares del mismo planeta y de otras dimensiones. Siete años después, accidentalmente, un día enviará a Molly, una amiga de su hermana al mund...