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El agudo sonido que produce la vieja puerta de aluminio al abrirse, me hace levantar la cabeza.

La luz se enciende y con algo de dificultad, me permito ver el rostro de aquel hombre que me ha tenido encerrada en esta oscura habitación, ya por dos días.

-Te has comportado muy bien esta noche- pronuncia con alegría mientras da pasos largos hacia mí.

-Eres un monstruo- le digo, marcando fuertemente cada letra, con una mirada de asco total

-No querida, los monstruos, actúan como personas normales, viven como personas normales, los monstruos, parecen demasiado normales, por ello estás aquí-

GimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora