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NARRADORA ANÓNIMA 7u7r

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24/07/2014


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KATLEEN JOANNA HALL COX

Hija, hermana y amiga, te extrañaremos.

05/08/1990 - 24/07/2011


Me siento desbastada, son ya tres años sin su compañía, sin su mal genio, sin sus regaños hacia mí por ser tan sensible, sin peleas, lucha libre, pizza con los pies sobre la mesa de noche y nuestras habitaciones con toneladas de ropas por todo lado, su sonrisa y su obsesiones que causaban miedo.

Extraño absolutamente todo de ella, no porque se haya muerto, sino porque en vida amé todo de ella también, hasta sus series demoníacas y sus bromas pesadas que me hacían perder la cabeza. 

Su frialdad y esa inminente maldad, sólo hacía basta lastimarme para que la poco de humanidad que le quedaba la abandonara y se convirtiese en un animal salvaje sin razón, dañando lo que estuviese a su paso.

Yo le contaba todo y por ende ella me contaba todo a mí, yo era su único apoyo en esos momentos, la única que la había visto llorar desconsolada dejando por el suelo su figura autoritaria y terrorífica, que te hace no querer ni mirarla.

Luego apareció alguien más, Evan, la veía tan feliz a su lado, reía de más estando junto a él, sé que asesinaron personas juntos y cometieron miles de atrocidades y no lo sé sólo porque ella me lo contó, sino porque tuve la desgracia de verlo todo con sólo cerrar los ojos.

Ese algo que nos unía, era tan fuerte que ni ante eso yo pude dejarla atrás, siempre he sido sensible ante el horror y la sangre, pero junto a ella pude asimilarlo un tanto, ya me acostumbrara poco a poco, pero cuando se fué y me dejó, llegaron nuevos miedos y por ello la necesito tanto. 

Estoy acostada sobre el pasto verde, sobre su tumba acariciando el suelo como si la acariciara a ella, la lágrimas se desbordan hasta penetrar la tierra, quisiera sacarla ya de ahí, abrazarla y decirle cuanto la extraño y la necesito, que me han lastimado, que me duele el alma y necesito que me defienda, que a veces me siento confundida y mi instinto me dice que estás bien, que estás viva, que estás más cerca de lo que pienso.

-¿Always?- sin levantar la cabeza sé que es él, es el único que me hace esa pregunta.

-Never, Yeider- lo miro y hace una mueca de un fingido dolor, a su lado Evan sonríe, también lo extrañaba, teníamos una buena relación.

Me levanto y golpeo el hombro de Yeider y abrazo con fuerza a Evan imaginándome que él es ella... y se siente tan bien, él besa mi frente y acaricia mi cabello.

-La extraño demasiado- un sollozo se escapa de mis labios, escondo mi rostro en su pecho y muerdo el interior de mis mejillas para calmarme.

-Ella está bien- dice seguro, me separo un poco de él y levanto la cabeza para ver sus grises ojos.

-¿Cómo lo sabes?- sonríe tranquilo y toma mi mano derecha entre la suya y la lleva a su pecho donde está su corazón.

-Porque así lo siento, ¿tú no?- y lleva mi mano a mi pecho.

-Sí, creeme que sí lo siento- lo abrazo una vez más pero en poco tiempo, me separo de él y miro a Yeider.

-¿Y tú qué idiota?- pregunto soltando una risita y él hace lo mismo, siempre me han encantado sus ojos azulados y su sonrisa de novela, es realmente hermoso físicamente al igual que Evan, son perfectos, pero tienen un pasado doloroso al igual que Katleen.

-Muy dolido porque me rechazaste- cruza sus brazos y llena sus mejilla de aire queriendo parecer enojado, pero se ve muy tierno. 

-Vamos niñita, yo te perdoné, ¿por qué no lo puedes hacer tú ahora?- se desinfla totalmente y su semblante, y tono de alegría desaparece radicalmente y evita mirarme a los ojos.

Giro para ver a Evan pero este da la espalda  y mira fijamente algo, mis padres, dan pasos cortos y llenos de miedo, como si se acercaran a la pobreza, a lo que más le temen, se ven preocupados, Evan mira a Yeider, y yo también lo hago,  la vena de su frente se ha brotado, sus puños están cerrados, su mandíbula apretada y en una posición de ataque, como si en cualquier momento saltará sobre ellos y arrancará cada parte con sus manos. 

Evan se acerca él y le dice algo al oído logrando que se relaje instantáneamente.

Mi madre se abalanza sobre mí y me abraza soltándose a llorar de inmediato.

-Cuanto tiempo sin verte hija, te extrañé tanto, estás preciosa, no te vuelva a ir por favor- solloza desconsolada pero no me nace abrazarla, lo único que hago es quedarme quieta, no por mí porque siempre me trataron bien, si no por mi hermana, la despreciaban.

-En realidad sí están iguales- musita mi padre y mi madre lo elimina de la tierra con su mirada, ríe tratando de disimular y se acerca a abrazarme.

Mi madre no quiere despegarse de mí, por lo cual la tomo de los hombros y la alejo, seca su rostro con un pañuelo con las iniciales de su nombre, no puedo creer hasta donde ha llegado su vanidad y ambición. 

-Buenos días muchachos- saluda mi padre con la mirada clavada en el cuerpo de Yeider, ellos guardan silencio y no hacen ni el más mínimo movimiento.

-Hija, ¿irás con nosotros a casa?- pregunta mi mamá con esperanza.

-Jamás, señora Cox y si tiene un poco de decencia, ¿puede por favor poner las flores en la tumba de su hija?- mira las flores que están en el suelo, camina hasta la tumba y rápidamente las pone sin más.

-Ya- limpia sus manos y deja caer su pañuelo en el suelo y busca otro en su bolso de cuero- ahora, piensalo hija, por todo el tiempo perdido- me mira suplicante.

-Me arrepiento de haberla invitado, es la escoria y la basura más repugnante que puede existir, daría todo para que al contrario de que Katleen sea la muerta, lo fuese usted, excremento andante- escupo sus zapatos cargada de odio, su ser flaquea y mi padre la sostiene.

-Te convertiste en ella... ¿o eres ella?, Harris vámonos de aquí por favor- pide y da la espalda apresurada.

-Bien hecho- ríen, es como si hubiese soltado un peso incargable, se siente bien tratar mal, ahora entiendo a Katleen.




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