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LLevamos no sé cuantas horas aquí, Evan se la ha pasado todo el tiempo recostado a la pared con la cabeza entre las piernas, mi herida arde como el infierno y tiemblo a causa del frío, me abrazo, pero es inútil, no consigo obtener calor. Por primera vez, desde que está así, Evan levanta la vista y me observa detenidamente.

Con rapidez se acerca a mí quedando frente a frente, su mano se introduce en mi cabello y viaja por todo él, se detiene y deja de mirarme, es una pequeña pinza.

Se acerca hasta mi pie y con delicadeza de no lastimarme más, intenta quitarme la cadena, el sonido de la puerta nos hace sobresaltar y mi reacción es empujarlo hacia atrás.

Entra por la puerta el hombre que según me ha dicho Evan, se llama Arthur. Trás él otro, arrastrando y una mesa metálica con rodachines y sobre esta variedad de comida.

-Sabes que esta no será tu habitación siempre, sólo lo que queda de la madrugada, porque ya son lla 3 am- se acerca a mí y besa mi cuello. 

Se aleja y yo con atrevimiento escruto su rostro, tiene los mismos ojos y sonrisa de Evan.

-Coman, luego vendré para que se aseen y asignarles sus habitaciones- 

-Deja que ella esté en la misma conmigo- pide Evan.

Arthur se detiene, pues ya iba de salida y sonríe.

-No, ¿por qué debería hacerlo?- 

-Porque si ella está a mi lado, sabré que está bien y así haré lo que digas sin negarme- 

Arthur furioso se acerca a él y lo golpea fuerte en el rostro haciéndolo sangrar de inmediato.

-No pierdas en la batalla del amor, eres fuerte, tienes que serlo, ¿te parece bueno por lo que estás pasando?, lo dudo, y todo esto es una consecuencia del amor, así que, tú decides- sale de la habitación y el hombre también lo hace y después solo se puede escuchar cómo aseguran la puerta.

Evan se levanta y arranca un pedazo de la tela que cubre la mesa y se limpia la sangre, arrastra la mesa hasta estar cerca de mí y pone todas las bandejas al frente, como con todo el gusto del mundo igual que él, ya no tengo tanto frío como antes pero la herida sigue doliendome.

***

Era tanta comida, que pensé que no podríamos, pero no sobró nada. Evan se levanta, camina hasta su cama, quita la sábana que la cubre y me la entrega.

-Ese hombre se parece a ti- susurro captando su atención. Sonríe y acaricia mi rostro.

-¿Por qué lo dices?- pregunta.

-Porque tiene tu mismos ojos y sonrisa- aclaro

-¿Y te gustan mis ojos?- se acerca más y más 

-Sí, tus ojos no tienen la culpa de estar en tu rostro- ríe y besa mi mejilla.

-Ese idiota se parece a mí, porque es mi padre- 






Por si las moscas, aclaro que es el padre de Evan, no de Kayla.

Besos <3


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