Luce demasiado joven para ser el padre de Evan, pero si lo es, no entiendo porqué lo lastima de tal forma y porqué estamos aquí, como lo dijo, ahora estamos en una nueva habitación, es amplia y tiene las camas bastante separadas, cada una pegada a la pared, Evan no deja de dar vueltas por todo el lugar, pensando y estresandose más.
-No sabía de la existencia de tu padre- él se detiene y centra su mirada en mí.
-No sabes nada de mí, literal- sonríe y levanta los hombros restándole importancia.
-En eso tienes razón, pero tú sabes todo de mí, lo cual me resulta injusto, así que ven, te escucho- golpeo con suavidad el colchón de mi cama haciéndole una invitación, me mira por unos segundo y acepta.
Se sienta a mi lado y cruza las piernas.
-¿Qué quieres saber?-pregunta.
-Todo- exijo.
-Tampoco sabía de la existencia de ese hombre, porque nunca estuvo cuando lo necesitamos- habla y me mira.
-¿Quienes lo necesitaban?- interrogo.
-Mi madre, mi hermano y yo- se pasa la mano por el cabello y hace una mueca.
-¿Y dónde están ellos?- muerde su labio inferior y enlaza sus manos.
-Mi madre, muerta y mi hermano, espero que bien-
-¿Y qué fin quiere conseguir tu padre con esto?-
-Oye, ¿nunca has pensado en ser periodista?, te sale bien, ya me puse nervioso y todo- ríe y yo hago lo mismo, golpeo su hombro lastimandolo pero el sigue riendo.
-Sólo responde idiota- le pido sonriendo.
-No lo sé cariño, sólo supe de su existencia hace un mes, me llegó un nota de él, diciéndome que vendría por mí, pero no le di importancia- toma aire y entrecierra sus ojos.
No sé porqué me siento mal si este idiota es mi secuestrador, creo que es porque noto que también pasa por cosas malas o puede ser porque ahora sé que me quiere, que no estoy aquí porque él me quiere ver sufrir, sino parece todo lo contrario.
Necesito hacerlo sentir mejor, pero no sé cómo, así cómo él intentaba subirme el ánimo aunque pareciese un atrevimiento, pues era el hombre que me amargaba la existencia por tenerme encerrada, pero sin embargo intentaba enmendarlo, con sus regalos y otras cosas.
Llevo mi mano hasta su espalda y la acaricio, él voltea a mirarme y sonríe, es demasiado fuerte, admirable, me acerco hasta quedar a escasos centímetros, pero cuando me arrepiento es demasiado tarde, él ya tiene mis labios entre los suyos, asumo que fui yo la que se lanzó y me dejo llevar, sus dedos hacen presión en mi espalda y la otra está puesta sobre mi pierna.
Imagenes llegan a mi mente, ya antes he estado así con él, mi corazón se acelera descontroladamente y me separo con prisa de sus labios, al notar mi repentino comportamiento, me mira atento.
Cuando estoy a puento de formular la pregunta, la puerta se abre y aparece el padre de Evan con el mismo hombre, pero esta vez trae una silla.
Pone la silla en la mitad de la habitación , se sienta sobre ella con las piernas abiertas y los codos apoyados sobre estas, el hombre se ubica tras él y nos mira.
-Evan, vuelve a tu cama- él lo observa rebelde y yo lo empujo levemente indicandole que obedezca.
Él se levanta y se sienta en su cama mirándome.
-Y tú, ven aquí- ordena.
Hago lo que pide y me acerco, me toma del brazo y me hace sentar sobre él, pero yo me levanto de inmediato asqueada.
-¡Siéntate de nuevo!, es una orden- exclama
-No lo haré, porque no estoy aquí para calmar los deseos sexuales que ha tenido reprimido durante años-
-¿Quien te ha dicho que tengo deseos sexuales reprimidos?- pregunta altivo miestras levanta una ceja.
-Tu amiguito, que con tan solo un insignificante tacto se ha emocionado- Evan se ríe escandalosamente y yo persevero en la batalla del que se mire peor.
Se levanta de prisa y me toma por el cuello haciendo que me falte el aire, no forcejeo ni lucho, no le daré el gusto. Escucho a Evan ordenarle que me suelte, miro a su dirección y lo veo forcejeando con el hombre, Arthur me suelta y yo toso intentando recuperar el aire perdido.
-¿Qué es lo que quieres maldita sea?- pregunta Evan en un grito lleno de ira y odio.
Su padre se sacude la ropa y lo mira.
-Quiero saber dónde está la basura de tu hermano- dice y se acerca él.
-¿Por qué?- se le nota la confusión.
-Porque quiero hacerle la vida pedazos, porque no es mi sangre y merece morir, es hijo del pecado- explica y mantiene su compostura, Evan parece debilitarse y retrocede un poco.
-¿Tú asesinaste a mi madre?- pregunta de pronto y Arthur sonríe ampliamente.
-Era una zorra, lo único bueno que dejó fue a ti, pero ese otro bastardo, merece morir como ella, con sufrimiento fuerte y real, Evan, no soy bueno demostrando lo que siento, a quien quiero daño, amaba a tu madre, lo juro, pero me falló y enloquecí, cuando naciste, sólo me permitió verte los dos primero años y luego ya no más, de nuevo estaba embarazada y sabía que no era mío y entendí porque me apartó de ti y de ella, te lastimé, te lastimo cuando la lastimo a ella y te lastimaré cuando asesine a tu hermano, porque es tu sangre, pero tengo que hacerlo, si no no podré estar en paz y sé me comprendes porque te pasa igual, sólo quiero que me...- Evan cae de rodillas al suelo y su padre se pasa las manos por el rostro.- sólo quiero que me aceptes-
-¡Te odio!- su potente voz hace eco en la habitación, el dolor latente en su expresión.
-No soy normal Evan, soy un asesino, un desastre y no te olvides que también llevas eso en tu sangre, por eso necesitas golpear, matar, ordenar, nos une eso, deberías verlo aunque somos 99% maldad - todo esto me resulta abrumador y con solo ver a Evan sé que en cualquier momento esto estará muy mal.
Cómo lo pensé, Evan reacciona agresivamente, se levanta guiado por la furia y le golpea el rostro a su padre una y otra vez sin parar, el hombre que siempre acompaña a Arthur saca un cuchillo y yo corro hasta a él para evitar que le haga daño, funcionó, pero no como yo lo planee, la sangre sale por mi boca y por la herida, lo saco de mi vientre, donde me ha lastimado y con la pocas fuerzas que me quedan le corto el cuello al hombre, miro en dirección a Evan y noto que ya todo ha parado, él me observa preocupado y yo me dejo arrullar por la fría oscuridad.
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Gime
Mystery / ThrillerLa vida, el amor, la familia, para Kayla, es sinónimo de dolor, sufrimiento y muerte.