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SEÑORA COX Y EL SEÑOR HALL


-Harris, esa no era mi hija- exclama histérica.

-Sí era Marly, sólo que nos odia, yo también nos odiaría, es mejor que hagas que nunca fuiste madre, te sale mejor- sus ojos se acrecientan de tal manera que siento que en cualquier momento seré tragado por ellos.

-¿Cómo te atreves?- si rostro enrojece de la ira y golpea mi pecho.

-Lo que tú hiciste jamás lo haría una mujer cuerda y menos una madre, porque una madre siempre protege a sus hijos y eso fue lo que menos hiciste- jala su cabello y lágrimas de cólera recorren sus cada una de sus dimensiones faciales.

-Tú tampoco fuiste un buen padre, los dos la odiábamos, porque estábamos de acuerdo que era un error- vomita las palabras intentando sentirse mejor, pero aún hace falta el grito, el rugido, con el que te lavas las manos y dejas claro todo.

-Lo sé, sé que no fui buen padre y en realidad no la odiaba, ni siquiera cuando la vi la reconocí, porque tú me obligabas a odiarla, maldita egoísta- se detiene, sólo su pecho sube y baja de lo descontrolado que palpita su viejo y agotado corazón, lo soltará todo.

-¡La única maldita razón de todo fuiste tú!, te hice padre porque te amo, hice lo que hice, sólo porque te amo, ¿y me pagas así?- entierra las uñas en su rostro, se deja caer de rodillas y llora sin remedio, desconsolada y herida.

-Lo siento Marly, pero siempre haz sabido...- para de llorar y clava sus húmedos, y rojizos ojos en mí.

-No te atrevas a decirlo, ni una sola palabra más- me amenaza y me señala con su dedo índice mojado por las lágrimas.

-¿Por qué quieres seguir engañada sabiendo la verdad?, ya basta, yo sí me sacrifiqué por ti, yo sí sí di todo de mí, y se puede decir que yo en realidad sí te amo, crecimos juntos, con secretos de muerte y cómplices de aventuras, lo has sabido siempre, lo lamento pero no soy culpable de lo que pasa, no soy la vida ni el creador de la maqueta para decidir qué pasa- toma aire y me observa detenidamente- Te amo, lo juro, y por eso quiero que ser feliz, porque tú lo eres a mí lado, pero yo no plenamente al tuyo, si me amas, dejame vivir- tomo su rostro empapado entre mis manos.

-Dilo- pide entre dientes consciente de que le va a doler pero también de que es la única salida, porque si no no podrá soltarme, seguirá aferrada a mí por más que se repita una y otra vez que me debe liberar, beso su frente y con delicadeza beso su cuello hasta llegar a su oído.

-Soy gay- un suspiro de resignación se escucha seguido de un sollozo oprimido.





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