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No entiendo porque no puedo llevar una vida normal, como la de los libros, "felices por siempre" o ser feliz aunque sea un momento, ahora estoy en una habitación en la que no he estado nunca, no estoy atada, pero estoy encerrada, o eso creo, pues desde que desperté no me he levantado de la cama ni tengo ánimos de hacerlo, estoy tan cansada de como se ha desenvuelto mi vida, tragedia tras tragedia, dolor tras dolor y aunque no pienso quitarme la vida, pienso dejar de luchar, lo cual es casi igual, pero si esto pasa es por algo, todo tiene un motivo al estar y yo dejaré que todo fluya.

La puerta se abre con facilidad, lo cual me demuestra que nunca estuvo con seguro, entra con el torso desnudo y siento que en cualquier momento moriré, lleva una bandeja de comida entre sus manos y me observa nervioso, lo único que puedo hacer es mirarlo hasta poder aceptar que está aquí, cierro los ojos por unos minutos y los froto, pero sigue allí, con su mirada puesta en mí, nota que estoy sorprendida y se acerca con lentitud.

-¿Te sientes mejor?- pregunta mientras descansa la bandeja sobre la cama.

LLevo mi mano hasta su rostro incrédula, su piel sigue igual de suave, él toma mi mano entre la suya y la besa.

-Feliz cumpleaños, Kayla- Yeider me abraza y así permanecemos largos minutos.

GimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora