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Abro mis ojos con pereza y doy media vuelta en la cama con el fin de seguir durmiendo, pero su duro cuerpo me hace sobresaltar logrando despertarme por completo.

Froto mis ojos con brusquedad y bostezo. Me recuesto de nuevo, y guardando distancia, intento dormir otra vez.

Observo su relajada expresión, su mano se levanta y se posiciona sobre mi abdomen, se acerca a mí un poco más pero sin abrir los ojos. Inhala con fuerza y su respiración vuelve a ser regular.

Reparo cada parte de él para saber si tiene las llaves en algún lugar, miro sus bolsillos, pero no veo nada. Aparto su mano de mí y me levanto de la cama, me dirigo hacia la puerta y giro el pomo sin esperanzas, pero se abre y un escalofrío recorre mi cuerpo.

Salgo silenciosamente y corro, la adrenalina se apodera de mí y me siento excitada. La puerta de un extremo del pasillo se abre, me detengo y miro hacia todos lados buscando un lugar donde esconderme.

Corro hasta una de las tantas puertas y la empujo, pero no se abre, camino desesperada hasta otra pero tampoco se abre, mis manos tiemblan y mi cabeza duele.

Algo me jala con fuerza hacia atrás, trato de gritar pero una mano sobre mi boca impide que pueda yo emitir cualquier sonido.

-¿Quieres salir?, Yo también- susurra una voz masculina a mi oído. Dejo de luchar y él aparta su mano de mi boca.

Estamos en una oscura esquina y pronto vemos como un hombre vestido de negro termina de salir de una de las habitación, observa todo a su alrededor e ingresa por otra puerta después de quitarle el seguro.

Con temor doy media vuelta y observo al hombre detrás de mí.
No puedo verlo bien a causa de la falta de luz, pero se puede notar su contextura, es alto y delgado.

Toma mi brazo y salimos de nuestro escondite. Me detengo de un momento a otro y este posa su mirada en mí y al observarme con atención, deja de sostener mi brazo y retrocede con expresión de asombro.

-¿Kayla?-

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