27

2.3K 304 38
                                    

-No logro entender nada, escuché cuando te disparó y después él me mostró dónde había enterrado tu cuerpo, yo...- pronuncio todo con total rapidez, enredandome en ciertas palabras.

-Kayla, mírame- me interrumpe y me toma del rostro haciendo que lo observe. -Hay muchas cosas que no entiendes y que no me corresponde revelarlas, sé que te hice mucho daño y te juro que me arrepiento, siempre te he querido, pero fallé y fallé de una manera fatal, pero nunca he dejado de quererte- dice mientras lágrimas salen de sus claros ojos, pero recordar me duele tanto, que aparto sus manos empujandolas con fuerza.

-Quiero irme- susurro mientras me levanto y recojo mi cabello.

-Puedes irte, mi intención no era dañar tu día, Kayla, lo siento- se disculpa mientras intenta verme a al cara.

-¿Mi día?, ¿mi día?, ¿crees que esta basura puede ser mi día? Estuve quién sabe cuánto tiempo encerrada, me dejan salir y no encuentro a nadie y sé que en menos de unas horas estaré de nuevo encerrada... ¿crees que eso es vida?, todo es una miseria, estoy condenada a sufrir o es que no lo ves, así que tú, no aportas ni un grano, porque mi vida no puede estar más jodida-

-Kayla, yo...-

-Pudrete-

Tomo el pomo de la puerta y la abro, frente a mí Evan con la mano estirada.

-¿Kayla?- su expresión es de interrogante, como si nunca hubiese esperado verme aquí.

-Dime de una buena vez qué quieres de mí, qué hice mal, qué tengo que pagar, dame algún motivo por el cual tenga que aguantar todo esto, dime, por favor, así cuando salga libre tenga una justificación por desaparecer tanto tiempo, porque te juro que estoy cansada de tantas mentiras, de tanta confusión, me llena de impotencia no saber quien soy y el motivo de estar-

-Yo no sé qué decir- por una vez en mi vida lo vi tan inseguro, tan nulo.

-No quiero estar más aquí- digo.

-Vamos a otro lugar- ofrece mientras se aparta de la puerta y mira de reojo hacia dentro.

Cierra la puerta y camina con lentitud.

-¿Por qué me mentiste?- es lo primero que se escapa.

-Tengo mis razones- es lo único capaz de responder.

-Eres un farsante, finges asesinarlo y luego vienes a visitarlo, porque con tu expresión quedó más que claro que a la persona que menos esperabas ver, era a mí- hablo con sinceridad mientras tomamos el ascensor.

-No...-

-Ahórrate tus absurdas explicaciones, ya no me interesa lo que tengas que decir, sabes que puedes morir ahora mismo y me alegraría demasiado- espeto con dureza.


GimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora