[Finalizada / Corrigiendo] Ahora la quiero de vuelta - AU[MLB]

9. Je t'aime Emma ✔️

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—Señorita...—aspiró con esfuerzo una bocanada de aire —. ¿Por qué... no llora? —Marinette sin fuerzas se dirigía a la enfermera que había estado a su lado desde que entró en labor de parto.

—No lo sé pequeña — respondió la amable mujer—. Pero en cualquier momento la escucharas llorar.

Las lágrimas de la joven madre escurrían por sus mejillas rojas mezclándose con la salobridad del sudor. Estaba agotada y angustiada.

—Por favor... Vaya a mirar — rogó sin aliento.

—Lo siento, pero no te dejaré sola.

Los médicos se encontraban rodeando a la recién nacida. Las espaldas de los galenos no permitían apreciar qué estaba sucediendo con la niña y provocando que Marinette piense en lo peor.

—Mi bebé... — sollozó.

—¡Marinette, tranquila! Están limpiando a Emma— la doctora Mei se acercó de manera oportuna a la adolescente despertada—. Estamos intentando que lloré — la mayor apretó la mano de la chica con la finalidad de transmitirle un poco de esperanza —. Que esto suceda es muy común, no vayas a perder el control por favor mi niña.

De repente un fuerte llanto inundó el quirófano robándole un suspiro de alivio a la joven Marinette. En su rostro una gran sonrisa de satisfacción se dibujaba de sus labios resecos y sin color.

—Emma...

El alma volvió a su cuerpo y cada grito que soltaba la recién nacida le permitía a Marinette llenarse de vida.

Las enfermeras limpiaron un poco a la bebé ensangrentada, la envolvieron en una manta rosadas y aun llorando la colocaron en el pecho de la joven.

Marinette la miró como si aquel bebé fuera el mayor logro que había obtenido a su corta edad, como si aquel pequeño ser fuera lo más hermoso y perfecto que había visto en su vida. Luchaba por no caer dormida, pero todo empezaba a darle vueltas.

La enfermera que no se había apartado de su lado notó aquello, así que ayudó a la azabache a alimentar a su hija recién nacida por primera vez.

—Todo el dolor valió la pena — la joven enfermera limpió la gente sudada de Marinette —. Todo para que al fin tengas a tu hija en tus brazos... mírala, es tan hermosa, se parece a ti— la mujer intentaba distraer a la azabache para que no desfallezca antes de que Emma terminase de succionar desesperada el pecho de su madre.

Los brazos de la Marinette se debilitaban rápidamente y por ello la enfermera decidió ayudarla sosteniendo con una mano a la bebé. Con la mano libre peinó los escasos cabellos negros de la recién nacida. Desde sus primeros minutos de vida, podía asegurar que Emma sería una hermosa mujer.

—Creo... Que ya... —Susurró Marinette cuando sintió que su pequeña había dejado de succionar.

La enfermera joven apartó a Emma de los brazos de la cansada adolescente que poco a poco caía en un sueño profundo.

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Unas pocas horas después Wang Cheng, Tian y la abuela Ming miraban y suspiraban con ternura a través del cristal, estaban pendientes de la pequeña Emma mientras ella dormía en la cuna junto a muchos bebés, pero sin duda para ellos era la más hermosa de la sala.

Pronto un par de enfermeras trasladaron a la bebé hasta la habitación donde descansaba Marinette quién ya había recuperado el conocimiento además de fuerzas.