[Finalizada / Corrigiendo] Ahora la quiero de vuelta - AU[MLB]

40. Voy a volver ✔️

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La pequeña permaneció inmóvil y sin habla por unos segundos, confundida y sorprendida ante la respuesta del extraño.

—¡No! Usted está equivocado, usted no es mi papi — exclamó reaccionando enojada con un adorable sonrojo en las mejillas que formaban un puchero.

—¿Tú madre no te ha contado la verdad? —Félix se sorprendió sin darse cuenta de que estaba cometiendo una gran imprudencia.

—¿Qué verdad? — La pequeña seguía confundida.

Félix iba a refutarle algo más, pero una voz los interrumpió captando la atención de ambos.

—¡Emma! — El grito de su madre la hizo brincar y Félix la reconoció.

A pesar de tantos años sin escucharla, aún reconocía esa dulce voz. Se sintió ansioso por volver a verla, pues la última vez en París no logró encontrarse con ella en persona, sólo les había hecho seguimiento desde las noticias en la red.

Marinette buscó con la mirada a su hija, pero no la encontró, le preguntó al hijo de su amiga por Emma el cual le señaló hacia una esquina, la azabache le agradeció por su ayuda e inmediato se encaminó hasta el punto indicado.

Pero la joven se llevó un fuerte susto cuando vio la espalda de un hombre  que se encontraba hablando con su hija, y las alertas en su cabeza se dispararon cuando aquel sujeto agarró la mano de Emma.

—¡Emma! —Gritó para que aquel hombre se diera cuenta de que la niña no estaba sola —. Vamos a la empresa... ¡Allí esperaremos a tu padre para ir al chequeo del bebé! — gritó mientras camina a toda prisa hasta donde permanecían y una vez alado de ellos tomó la mano de su hija sin fijarse en el rostro del hombre.

—Te dije que no hables con extraños — la regañó una vez la sintió a salvo.

Ser testigo de la desobediencia de Emma la había enojado, a pesar de tantas veces repetírselo. Pero al resonar en sus oídos una voz masculina decir su nombre  la hizo detener el sermón.

—¡Marinette! — salió de los labios de aquel hombre que la había seguido con la mirada desde que jaló a la niña.

La azabache giró con lentitud, rogando en su mente haber escuchado mal, que esa voz no era la que tanto temía oír desde que su vida había tomado la estabilidad suficiente, la felicidad que se merece y la maravillosa familia que había formado.

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Pero al ver por completo al hombre que estaba hablando con su hija lo confirmó, se puso pálida y pensó que allí mismo se le doblarían las piernas.

—Bichito — volvió a decir acercándose a ella sin descaro.

Por un momento se vio sin palabras y con la mente en blanco, pero ver esa sonrisa bribona la le permitió recobrar el odio que le tenía a su primer amor.