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Llegó el momento de partir y volver al lugar donde Marinette podía llamar hogar sin dudarlo. Era una triste de asimilar, pero fue capaz de admitir que la casa donde había vivido su niñez, no era más que un lugar frío y extraño.Antes de tomar el vuelo a China, Tom decidió que le debía a Marinette un paseo por París, un momento de padre e hija, y ahora abuelo, pues para Emma esa era la primera vez en las calles parisinas desde que llegó semanas atrás.
No todo estaba perdido para los Dupain, la comunicación a partir de ese día mejoró a pasos agigantados que parecía que padre e hija nunca se hubieran enemistado.
Marinette intentó poner al día a su padre, le contó de sus amigos, del tío Wang y los dos ángeles que siempre la venían a socorrer cuando estaba en apuros con su hija. Hablaron sobre el parto, de lo sola y aterrada que se sintió en esos momentos. Tom aprovechó en contar ciertas anécdotas de cuando ella aún era una bebé. Además, aceptó respetar la decisión de su hija al no querer hablar ni decir quién era el padre de Emma.
El último día con su padre fue memorable y aquello era un tónico calmante para la adolorida alma de Marinette. Ya en China se comunicaba con Tom todos los días, incluso llegaba a poder a Emma al teléfono, pues la pequeña reaccionaba con la voz de su abuelo. Cada vez que escuchaba la voz del panadero la pequeña niña sonreía inmediatamente, balbuceaba y pataleaba de alegría.
Así mismo, la comunicación entre Wang Cheng y Tom Dupain había vuelto. Eran capaces de hablar seguido sobre Marinette y Emma. También de cómo a Sabine se le rompía cada día la máscara de hierro que había luchado por mantener tantos meses queriendo lucir fuerte.
Fue así que cuando Emma cumplió aproximadamente cinco meses, alguien volvió arrepentido a tocar la puerta del hogar donde Marinette vivía.
—Papá... Mamá... ¿Qué hacen aquí? — dijo sorprendida.
—Hija... ¿Nos dejarías pasar? — sorprendentemente era su madre la que habló.
Marinette no tenía la fuerza suficiente para rechazar a las personas que le habían otorgado la vida y sin más opción les permitió entrar.
Una vez adentro, Sabine observó a Emma que se encontraba acostada en un colchón no tan grande que Marinette le había fabricado, se veía adorable intentando llevarse un pie hasta la boca mientras reía sola en el intento.
Inesperadamente, Sabine pidió permiso para cargar a su nieta por primera vez y por voluntad propia, iniciativa que sorprendió a Marinette y a Tom.
Temerosa pero feliz, Marinette aceptó a la increíble petición de su madre.
—¿Hija no deberías estar en clases? —Pregunto Tom al darle un cálido y necesario abrazo a su hija.
—Sí, solo que estoy esperando al tío para que venga a cuidar a Emma mientas me voy a clases... Pero parece que se le hizo tarde— contestó entre los brazos de Tom sin dejar de observar a su madre que cargaba sonriente a la pequeña Emma.
—Está hermosa— sonrió Sabine a Emma quien descansaba en sus brazos —. La tienes bastante cuidada y alimentada— acercó a la pequeña hasta su nariz y aspiró el dulce olor a bebé —. ¡Huele delicioso!
— Gra-Gracias— contestó la menor confundida por el inusual comportamiento.
—Parece que Marinette si es una buena Madre — irrumpió Wang Cheng en el hogar, hizo énfasis en "buena" aprovechando que su sobrina estaba presente.
—Sabine... Tom — saludó con una reverencia—. ¿Qué los trae de visita otra vez a mi hogar? —inquirió —. Espero no sea a gritar ni a golpear a nadie.
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[Finalizada / Corrigiendo] Ahora la quiero de vuelta - AU[MLB]
FanfictionMarinette y Félix se encontraban viviendo temporalmente en Shangai cuando sus destinos se cruzaron, él estaba a un año de cumplir la mayoría de edad y a punto de ingresar a la universidad cuando ella aún era una niña de 14 cursando el colegio, su no...