Repentinamente la compañera de salón de Marinette se aproximó hasta donde ella se encontraba hasta sentarse a su lado ¿Acaso venía a chantajearla?
—Hola— sonrió la otra joven.
—Ho-Hola—contestó la azabache con el corazón latiendo desenfrenado.
—Él es Bruno— le mostró una cálida sonrisa, le estaba presentando a su niño —. ¿Cómo se llama la tuya?
—Emma— respondió tímida. Siendo sincera con ella mismas no quería hacer amistad con nadie, de preferencia quería pasar desapercibida ese año escolar, pero esa chica empezó a ser amable con ella y por naturaleza no podía comportarse como una antipática.
—¿Marinette, Cierto? — preguntó intentando entablar conversación —. Me alegra ya no ser la única con un bebé en el salón — la joven empezaba a sentirse familiar con Marinette, por ello decidió que las dos deberían tener una amistad pues estaban pasando por algo similar.
Mientras hablaban el pequeño Bruno inquieto intentaba bajarse para empezar a gatear.
—¿Todos saben que tienes un hijo? — preguntó Marinette teniendo la impresión de que la joven no tenía malas intenciones.
Su compañera asintió afirmativa—fue difícil acostumbrarme.
La conversación continuó por unos minutos más. Debía admitir que aquella platica le hizo bien, pues no había conocido a otra chica que compartiera la misma etapa que ella. Su compañera le prometió no mencionar nada de la pequeña Emma, y a partir de ese momento las pláticas en clase empezaron a ser recurrentes, sin embargo, el tema de sus hijos lo guardaban exclusivamente para la guardería cuando alimentaban a sus bebés lejos de ojos fisgones.
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Las semanas pasaron y los alumnos de la clase de Marinette corrían al rededor del patio por orden del maestro de gimnasia. Ella corría apartada del resto pues ya era costumbre el mantenerse aislada de los demás. Pretendía no sentir la necesidad de socializar con chicos de su edad, quinceañeros que vivían una vida sin responsabilidades más que solo estudiar y aprobar el año. Ella se había mentalizado que no estaba en el derecho de vivir una vida casi normal, pues la suya había cambiado drásticamente gracias a sus actos imprudentes.
—Hola Marinette, ¿Cómo estás? — una sonrisa radiante de un rubio la apartaron de sus pensamientos.
—Bien— dijo casi con un tono de fastidio mientras continuaban corriendo.
—Sabes, creo que le gustas a Nino — Adrien empezó a hablar con su alegría natural —. Puede ser que te pida salir, no te vayas a enojar con él, anda con las hormo... — pero repentinamente fue interrumpido de una forma bastante grosera.
—¡No me interesa salir con nadie por ahora ni nunca! — espetó con enojo y apresuró el paso dejando atrás a un Adrien bastante sorprendido.
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El periodo escolar había culminado al fin y Marinette agradecía que así sea. No sabía por qué, pero ir al instituto le parecía más estresante que lidiar con su hija. Además de que le agradaba atender la panadería, aquello le distraía de las personas desagradables con las que compartía clases.
La campana que indicaba cuando alguien ingresaba a la panadería sonó alertando a la joven.
—¡Huele delicioso! —resonaron las voces de nuevos clientes en la panadería.
—¡Emma basta! Por favor, quédate acostada.
Hasta hace poco Marinette realizaba tareas en su tableta electrónica aprovechando la soledad. Sin embargo, Emma se había puesto un poco inquieta.
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[Finalizada / Corrigiendo] Ahora la quiero de vuelta - AU[MLB]
FanfictionMarinette y Félix se encontraban viviendo temporalmente en Shangai cuando sus destinos se cruzaron, él estaba a un año de cumplir la mayoría de edad y a punto de ingresar a la universidad cuando ella aún era una niña de 14 cursando el colegio, su no...